Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Caviar con morteruelo

28/06/2024

Siete artes siete, todas bellas, eso dicen, depende de quién las contemple, que no está hecha la miel para según qué boca, ya sabe. De todas ellas hay rastro en Cuenca y cualquiera que elijamos al azar brillará con luz propia por su simple génesis conquense, y es que crear entre dos hoces da ventaja al creador. Será por el aire o será por la vista, pero si el arte tiene sello paisano ya se garantiza parte de su éxito. Siete artes, siete. Pintura, escultura, arquitectura, danza, literatura, cine, y música. Imaginemos qué pasaría si mezcláramos artes conquenses con artes de más allá de nuestra muralla.
Un trazo de Zóbel bailando con uno de Picasso; un claroscuro suyo a la sombra del color más brillante de la paleta de Miró; una línea de su lápiz para trazar el horizonte al que mira la infanta Margarita con Velázquez de guardaespaldas; las Tres Gracias danzando al ritmo de su pincel; Saturno devorando la Hoz del Huécar que él dejó pintada. La misma hoz del Huécar que vigila ahora el pastor de las Huesas del Vasallo que Luis Marco Pérez dejó esculpido, que podría jugar al mus y ganar a cualquiera solo con que el Pensador de Rodin le sujetara las cartas con la mano que le queda libre al otro lado de la mesa.
Una partida en torno a un tapete que bien podría jugarse en el caserón palaciego que Zavala levantó en la plaza de San Nicolás, una postal conquense que brillaría distinto si levara anclas y se acomodara en el Paseo de Gracia, junto a la Casa Batlló y con permiso de Gaudí, para dejar por un momento de oler el Júcar para oler el Mediterráneo de Barcelona. La misma Barcelona que en el 93 acogió en pleno Liceo 'La bayadera', última creación del eterno Rudolf Nureyev, al que si le dejaran por un día regresar y calzarse las zapatillas de punta, podría brindarnos el mejor 'Pas de deux' jamás visto, pie a pie con Emma Pérez.
Federico Muelas recibiendo un encargo de Violante para hacer un soneto y escribiéndolo a cuatro manos con Lope de Vega. Su 'tantálico esfuerzo de piedra viva' se multiplicaría por dos con la pluma de 500 años del madrileño para sumar, entonces, veintiocho versos. Coppola eligiendo Tresjuncos, Belmonte y Osa de la Vega para rodar las tres de 'El Padrino', perfecto escenario para que Vito Corleone haga al juez Isasa una oferta irrechazable que le convenza de que 'El Cepa' no está muerto, que está vivo.
Estas seis premisas son imposibles, pero la séptima, con la música de fondo, es una realidad. Porque este juego de combinar arte conquense con arte de más allá lo volverá hacer este verano, y ya van trece, la programación de Estival Cuenca con Marco Antonio de la Ossa a la batuta. Un juego alquímico poderoso que, con paciencia, malabares y no todo el apoyo institucional que se merece, mezclará la próxima semana a Israel Fernández con Pasión Flamenca; a María José Llergo con Zas! Candil; a Rayden con Pavana Dingo; y a Salvador Sobral con Paula Serrano. Ponga aquí, ahora, el titular de este artículo, que me sirve también como punto final.