Miguel Romero

Miguel Romero


Kadon estuvo en Barcelona

05/03/2025

Estamos en uno de los entornos más pintorescos de la ciudad de Cuenca. Este enclave urbanístico sirve de intersección entre la Cuenca medieval amurallada que se inicia en la llamada Puerta de Valencia o Puerta del Este, y el llamado Campo de San Francisco, lugar donde se ubicase el convento franciscano, se ajusticiasen los procesados por el tribunal conquense de la Santa Inquisición y se levantase uno de los barrios más antiguos de Cuenca en torno al Cristo del Amparo, hacia la ladera de la llamada Fuente del Canto y bajo la ermita del Socorro. Al lado, discurre el río Huécar, río molinero por excelencia que sirvió a su vez de abastecimiento a las numerosas huertas y de lavadero para la lana a lo largo del siglo XVI (calle de los Tintes, barrio de Tiradores y calle del Agua). Al lado, la famosa Casa de las Rejas, edificio monumental que confiere personalidad arquitectónica y leyenda, sin olvidar el convento de las Madres Concepcionistas, edificado en 1504 por mandato del canónigo Pérez de Montemayor y declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 2001.

Pues bien, entre tal convento y la calle de los Tintes, paralela al discurrir de las aguas de ese Huécar poético, en la trasera de lo que fuese la manzana de la Inmaculada Concepción, un establecimiento hostelero tiene cabida. Edificio vetusto que alberga un local, clásico en su construcción y moderno en su decoración, llamado Kadon, y que ofrece comodidad, buen servicio y posibilidad de ofrecer arte, ya que entre sus rincones se puede colgar la fotografía, el óleo, la acuarela o la posibilidad de discurrir al lado de la Palabra en esos libros que cuelgan de la pared advirtiendo que hay solera, pasado y presente. Lo demostró, por ejemplo, en Barcelona, donde ofreció parte de su calidad gastronómica, entre patrimonio y turismo el pasado miércoles. ¡Hacer patria!

En el recuerdo encontramos a su creador, cuando se llamaba La Taberna de Pepe –José López Martínez– y ahora, el legado recogido por su nieto, Enki López, entre cocina, estilo y cafetería. Vayan, merece mucho la pena.