El colesterol ha sido injustamente demonizado como un peligro cardiovascular. Es hora de revaluar esta creencia y entender que esta molécula es esencial para nuestra salud. El colesterol es una grasa muy necesaria en nuestro cuerpo, es importantísima para la formación de las membranas celulares, es la materia prima para la producción de diversas hormonas entre ellas las sexuales, necesaria para la síntesis de vitamina D, para la formación de ácidos biliares, es fundamental para nuestro cerebro... En resumen, sin su ayuda lipídica no podríamos existir.
Pero el pobre tiene muy mala prensa. Es ya una creencia popular, el asociar el colesterol con riesgos cardiovasculares, pintándolo como el 'enemigo' de la salud cardíaca. Cuando una persona tiene un evento cardiovascular, y encontramos al colesterol en sus arterias, éste no ha sido el culpable del problema, el colesterol ha ido a ayudar; es el bombero que va a apagar el fuego que han provocado otros en tus venas y arterias (el mayor pirómano es el azúcar). Que los bomberos estén en todos los fuegos, no significa que sean los causantes de ellos.
¿El azúcar provoca el 'fuego'? Sí, el consumo excesivo de azúcar ha sido vinculado con un aumento de la inflamación y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Tus triglicéridos son el azúcar convertido en grasa. Otro incendiario: el exceso de calcio en sangre. Su acumulación en las arterias endurece las paredes, dificultando el flujo sanguíneo. Esta condición está asociada con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas.
Así que el villano no es el colesterol, sino tu dieta y tu estilo de vida. Dieta rica en azúcares (zumos, refrescos, bollería, alcohol, procesados) y malos hábitos (sedentarismo, fumar, estrés, insuficiente sueño…) son altamente inflamatorios, y si hay fuego aumentará nuestro cuerpo de bomberos (colesterol) para intentar sofocar el incendio. El saber por qué está alto mi cuerpo de bomberos es la pregunta correcta, y no intentar disminuir su número a cañonazos.