Todos los barrios que nuestra ciudad demuestran su singularidad cuando programan sus fiestas patronales. Hablar de la nueva Cuenca, estirada hacia la carretera de Valencia, en esos dos barrios –casi emblemáticos ya de San Fernando y de San Román– es definir su futuro vecinal, al contemplar cómo cerca de 10.000 personas, en su mayoría matrimonios y parejas jóvenes, dan vida a uno de los rincones de la Cuenca moderna que estira sus brazos de vida entre bloques de pisos, chalets adosados y centros comerciales. Villa Román es uno de ellos.
Desde que viéramos nacer sus primeras viviendas en aquel antiguo Camino de Cañete estirado, Eras del tío Cañamón, Derramadero de la Hoya del tío Román y los llamados Dos Quintos, hasta ahora, con las nuevas construcciones, ha pasado mucho tiempo y se ha reafirmado la sensación de una nueva Cuenca. Los Tiradores Altos, junto con el complejo de Ars Natura o MUPA, sirven de límite entre la Cuenca histórica y la Cuenca moderna. Los numerosos pozos, manantiales y la conocida rambla que regaba parcelas, junto al camino de bolear, han dado paso a complejos de viviendas de todo tipo, numerosos parques bien cuidados, centros educativos, farmacias, un complejo deportivo y centros comerciales.
Aquellas fábricas de madera de los López Algarra, Raimundo Álvaro, Marcor, Los Guardias o Correcher, han quedado en el recuerdo y la Avenida del Mediterráneo sirve de línea de transición entre dos de los más grandes barrios de una ciudad que busca en la modernidad de su estructura urbana la carencia industrial que alberga.
Por eso, el Parque de Titiricuenca ha servido para mi Pregón de Fiestas, para el reencuentro de las instituciones con la vecindad, para la música moderna, los juegos infantiles, el corretear de los niños y la nueva dimensión de unas fiestas patronales en torno a San Román, potenciadas por novedades y sugestivas apuestas de una asociación vecinal Los Ríos que dirigida por Jesús González Malabia (Susi) engrandece el sentimiento.