Beatriz Domínguez

+Salud

Beatriz Domínguez


Hambre de piel

26/08/2024

El término «hambre de piel» describe la necesidad humana de contacto físico, ya que estamos programados por naturaleza para tocarnos; y esta 'hambre de piel' es el fenómeno fisiológico que explica cómo la falta de contacto daña nuestra salud tanto física como psicológica, alterando nuestro sistema inmunológico. El afecto es la base de las emociones humanas y la raíz de nuestro cerebro. El contacto físico, como los abrazos, caricias o simplemente tocar a otra persona, activa una serie de respuestas neurológicas que nos hacen sentir seguros y conectados. El tacto es crucial para el desarrollo y la salud, tanto en niños como en adultos.

Cuando tocamos o somos tocados, nuestro cerebro libera oxitocina, una hormona que juega un papel crucial en la formación de vínculos sociales y la reducción del estrés. La oxitocina, a menudo llamada la 'hormona del amor', también promueve sentimientos de confianza y calma, reduciendo los niveles de cortisol, la hormona del estrés; proporcionando efecto analgésico.

La falta de contacto físico puede tener efectos adversos significativos. Estudios han demostrado que las personas que experimentan una carencia de tacto tienen mayores niveles de ansiedad, depresión y estrés. Cuando se produce una situación de soledad no deseada o forzosa, caen los niveles de seguridad, se afecta el sistema inmunitario y pueden aparecer problemas de insomnio.

Los bebés y niños pequeños, en particular, dependen enormemente del contacto físico para su desarrollo. De hecho, el tacto es uno de los primeros sentidos que activamos nada mas nacer. Como profesional de la salud, compruebo diariamente el poder del contacto en mi práctica clínica, más allá de las técnicas realizadas. «Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos al día para mantenernos y doce abrazos al día para crecer», afirma Virginia Satir.