Sin duda, la ciudad de Cuenca ocupa uno de los más visitados lugares por el turismo de interior. Y la culpa, no solo lo tiene su maravillosa arquitectura patrimonial enjaulada en esas hoces naturales, donde el paisaje te envuelve entre embrujo pétreo y apuesta urbana, sino de sus ofrecimientos expositivos dentro del Arte de Vanguardia o Arte Contemporáneo.
Y así es, porque la catedral será siempre ese centro artístico por excelencia donde espiritualidad y magnificencia se dan la mano para ofrecer al visitante una maravillosa conjunción de historia, arte, luz y religiosidad, sin olvidar ese conjunto de vidrieras en las que la abstracción ha encontrado gran parte de su especial sentido artístico.
Luego, el Museo de Arte Abstracto vuelve a ser la principal apuesta de contenido y continente, en esas Casas Colgadas como icono turístico por excelencia; la iglesia del antiguo convento dominico, hoy Parador Nacional, con la obra de nuestro siempre admirado Gustavo Torner; la iglesia de Santa Cruz manteniendo el espíritu independiente del arte que ha coleccionado Roberto Polo y, por último, la Fundación Antonio Pérez, esa referencia que vuelve a ocupar ese primer eslabón donde las colecciones de los grandes artistas de la modernidad se reafirman al lado de encuentros internacionales y nacionales de Congresos y Seminarios multidisciplinares.
Cuenca es Arte a raudales. Lo es, en concepción arquitectónica dentro de un entramado histórico que te permite recorrer calles, miradores, rincones de leyenda o apuestas gastronómicas; y lo es también en música, en color, en deporte de riesgo y en senderismo, porque los alrededores te reconfortarán entre el deseo de ver, sentir, saborear y disfrutar.
Así es una de las ciudades de interior más visitadas, con mayor crecimiento turístico en estos últimos años, donde la oferta sigue creciendo en calidad gracias a la apuesta hostelera y a una cocina que busca la identidad entre pasado y presente.