Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


Escaldado

16/12/2024

Una compañera de trabajo de singular recuerdo para mí –era tremendamente básica, pero a su vez no tenía maldad alguna– me dijo una vez, refiriéndose a otra persona que daba la razón a todo el mundo: «el que intenta quedar bien con todos acaba mal con todos». ¡Qué razón tenía! Reconozco que hay perfiles de personas que, desde que recuerdo, me sacan de mis casillas y uno de ellos, por el que siempre he sentido incluso desprecio, es precisamente ese, el del quedabién. Esas personas que sonríen a todo bicho viviente, que dan la razón siempre al que puntualmente está de paso por su vida y que cuestionan por norma al que sin embargo habita regularmente en ella, responden a un estilo de vida que se califica por sí mismo. Son pobres diablos, personajillos con complejos, traumas o carencias que intentan suplir regalando sonrisas y creyendo que así todo el mundo los apreciará o querrá. Además, muchos de estos especímenes compaginan la sonrisa que regalan al que tienen delante con la puñalada que atestan al que les da la espalda, aunque le hayan sonreído minutos antes. Lo triste para ellas es que muchos de «los otros» se suelen dar cuenta de sus necesidades o carencias emocionales y, lejos de plantar cara a estos bienqueda, deciden también bailarles el agua y, tal y como ellos mismos hacen, sonreírles permanentemente, crujiéndolas por detrás y utilizar así las reglas puestas por los propios buscadores de afecto.

Estos pobrecillos, llevados a un nivel de análisis superior, suelen acreditar además formas de actuación que en ocasiones pueden crear mucho dolor, aunque ellas lo nieguen o ni siquiera sean capaces de intuir las consecuencias de sus acciones. Estos mindundis no suelen valorar los hechos por sí mismos, sino en virtud de quiénes los protagonizan. Así, por ejemplo, no llegan a condenar claramente actitudes concretas (pongamos por ejemplo llegar tarde, robar, mentir… o lo que sea), sino que lo hacen una vez que saben quién ha protagonizado tal acción. Así, si esos actos, sancionables para la mayoría, son protagonizadas por un hermano, un amigo, un camarada, etc. estarán justificados; si los llevan a cabo otros, los condenarán erigiéndose como simpares paladines justicieros.

Consejo: si tienes a alguien así cerca de ti, huye. Si no, tarde o temprano saldrás escaldado

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