Fidel, profesor de filosofía, nos daba clase los viernes a última hora. No sé si por tratarse de la última hora lectiva de la semana o si porque ese era su método académico, él no abría el libro y nosotros dejábamos los bolis planchados en la mesa. Aprovechaba esos intempestivos viernes para plantearnos debates morales en los que promovía la reflexión. Digamos, básicamente, que nos hacía pensar. Los profes de Filosofía son muy de eso, la verdad. Ya lo dijo el inigualable Rafael 'el Gallo': «Hay gente pa tó», cuando le presentaron a Ortega y Gasset y le dijeron que se dedicaba a analizar el pensamiento de la gente. Creo que cuando Fidel nos hacía caminar en un viaje introspectivo, la mitad de la clase, como poco, estaba a lo suyo, la muchachada masculina, a nuestros 16 años, solo pensábamos en ganar la próxima partida del Pro Evolution Soccer. Yo, el primero.
Sin embargo, un día, el tema que propuso me llamó tanto la atención que presté un poquito más de la misma. No sé a cuento de qué, pero me hizo pensar y mucho. Puso sobre la mesa el debate de lo relativo que resulta la consecución de los objetivos que cada individuo o una colectividad se marcan. En aquellas mentes de amplio espectro y plena ebullición, esta reflexión causó sensación. El profesor sembró en nosotros la idea de que lograr unas determinadas metas te lleva al éxito y, por tanto, a la satisfacción o realización como individuo o como sociedad. Ahora bien, y aquí viene lo verdaderamente importante, cada persona fija unos objetivos u otros en relación a una nómina muy larga de condicionantes, y que Fidel resumía con tres palabras: nivel de exigencia. Ponía un ejemplo palmario: Hay gente que con un millón de euros en el banco, tres ferraris y una mansión no es feliz; y otros que con lo suficiente para comer, un Seat Ibiza y un pisito de 70 metros cuadrados, sí lo es. Conclusión: el éxito en la vida, y con éste la felicidad, es relativo.
El otro día publicábamos un reportaje con los grandes proyectos que hay en marcha y listos para inaugurar en las próximas semanas, otros tantos que están en tramitación y serán realidad en los próximos meses, y unos cuantos más que se anunciaron pero todavía son muy incipientes. Hablábamos de la inversión que esas obras suponen. 240 millones sumaban las que ya estaban en ejecución. Esta semana, por cierto, se inaugura la Comisaría... Ahora, pensemos que es la última hora lectiva del viernes, el profesor Fidel acaba de entrar por la puerta y nos va a hacer pensar en torno a los objetivos, el éxito o la satisfacción. Pensemos, pues.