Miguel Romero

Miguel Romero


Hubo una vez títeres para Alfonso VIII

05/10/2022

Cuando el pasado 18 de septiembre, en la plaza más alta de la ciudad, plaza o parking da igual, la que mirando desde el cerro de San Cristóbal sirve de parada y fonda a turistas, buscapleitos, visionarios y  gitanos; esa misma, en la que se aparca el vehículo de día y se encuentra el condón de noche, se hizo lugar de encuentro por acercarse las fiestas de San Mateo; me sentí especialmente bien. 
Y lo digo de corazón y no porque las gachas fueran una realidad –entre concurso y desazón-, sino porque se juntaron los niños de Cuenca para hacer sus juegos, entretener su espíritu y reír a carcajada limpia. Allí, donde las alondras buscan la silla del Rey y los senderistas siguen oteando el horizonte entre el Sagrado Corazón de Jesús y la dominica cancela del Parador, un grupo de títeres –muñecos asidos de buen hilo, o según dicen, puestos en mano de otros- representaban a nuestro añorado Alfonso VIII y su esposa Leonor –ojala volvieran a reinar ahora para destripar entuertos sociales, políticos y vecinales-, nos volvimos a sentir conquenses: el bueno, el malo y el pastor.
Y es que «inventar títeres» en tiempos políticos de enchufismo –y digo lo del enchufismo por la tremenda e injusta subida de la electricidad para vecinos y convecinos- es poco común, máxime cuando se va a contar la historia de la conquista de Cuenca, la misma que trajo la fiesta matea, las vaquillas y la vida en peñas.
Y que bien que lo hizo el Grupo Larderos al crear esa obra histórica para niños por eso de hacer cultura; y lo hizo como siempre lo hace, especialmente entretenido y valiente en sus diálogos y actitudes. Por eso, me sentí bien, por lo que toca y por lo que siento, no tanto por lo que dicen, aunque siempre es bueno hacer y hacer cosas para que Cuenca crezca, y que entre todos –pero "todos" pudiéramos sentirnos felices por compartir, por hacer valer y por aplicar valores, esos que tanto faltan.
Pues ánimo, porque esta idea fue de una concejalía –y no de ahora, de tiempo atrás- y luego, producto de otra gente que colabora o colaboramos y al final, acción de artistas –lo hacen genial, como siempre- porque Cuenca es de todos y para todos.
¡Enhorabuena y a seguir creyendo en nosotros mismos!