«Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas y le dije: los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones, nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión» –qué excelente contestación la de Heinrich Heine.
Sin duda, hay muy poca gente que viviendo entre nosotros, no han sentido el peso del recuerdo, buscando una historia por contar o haciendo visible alguna vivencia pasada. Y eso mismo me ha pasado a mí, cuando volví a ver en una noticia de prensa lo de aquel monstruoso accidente, trágico y mortal, que conmocionó a toda España, cuando se hundió la torre del Giraldo de la catedral de Cuenca en 1902 y conmocionó a toda la población al encontrar muertos a tres niños y una joven de veinte años entre los muchos escombros caídos.
Y sobre ese hecho, decidí hacer un thriller de suspense, vivenciar historias de la historia, y escribir en el mejor lenguaje narrativo posible, las luces y sombras de aquellos años, de aquella época de una España política convulsa, pero a su vez, llena de incertidumbre y esperanza con los cambios sociales entre lo rural y lo urbano.
Así, me atreví a hacerlo y la confianza de la editorial Hades de Castellón me dio el impulso necesario para llevarlo a la práctica. El enigma de la catedral no ha sido más que un humilde paso más en esa escala de aprender a escribir o consolidar lo que siempre ocupa mi espacio de acción.
Mañana jueves se presenta ante mi público fiel, en el Centro Cultural Aguirre, deseando que todos los que se acerquen puedan disfrutar una vez más de otra de mis historias, y lo quiero hacer con el deseo de compartir mi esfuerzo y mi ilusión, sin olvidar que la música debe de estar acompañando a la palabra, y que un presentador de lujo, como es Sergio Vera, ese escritor invidente que ha marcado un antes y un después, con su Congreso de Novela Negra en nuestra Cuenca literaria, esté a mi lado.