Este miércoles, 21 de septiembre, festividad de San Mateo, hubo vítores en muchos lugares. San Mateo, Alfonso VIII y Cuenca fueron los protagonistas de esos ¡Vivas! que sonaron a viva voz en la catedral, en el balcón del Ayuntamiento y como no podía ser menos, en la Plaza del Obispo Valero, lugar donde está instalada la Fuente de los Canónigos, cuando un centro de flores se colocaba en las patas del caballo que un día hiciera en bronce el escultor Javier Barrios. Han sido días de fiesta y días de historia. Sin duda, hablar del protagonismo de un hecho histórico que nos trajo la fiesta más popular, es necesario para que esas nuevas generaciones sepan el porqué de este hecho y el porqué de su tradición festiva.
Y en eso estoy como Cronista, porque es uno de mis objetivos más buscados desde hace años; intentar que jóvenes y menos jóvenes hagan causa y provoquen sinergias de entendimiento bajo el respeto y la educación.
Hubo pregón de San Mateo y lo hubo a ritmo de rock; hubo entrega de reconocimientos y se entonaron algunos vivas; y hubo, eso sí, un traslado del Pendón, de ida y de vuelta, con Misa Mayor oficiada por el Deán, con acordes de una Banda –cada día más profesional- donde el himno de España sonó una, dos y tres veces, para que todos hagamos causa de identidad nacional o de sentimiento patrio –que buena falta nos hace-.
Y por eso lo hicimos: un servidor en la escultura de Alfonso VIII, el señor alcalde bajo los Arcos del Ayuntamiento, y los Mateos en el pregón adulto y juvenil, para que el "pueblo llano" sepa que todos somos uno cuando nos acordamos de nuestros patronos, que seguimos siendo conquenses de pura raza, cuando hablamos de Cuenca como ciudad y hogar; y que creemos en la historia como hilo del pasado y futuro, porque en ella nos reflejamos para entender que debemos mejorar.
Ahora nos toca esperar un nuevo año, pero siempre estará el recuerdo de lo bien hecho, de lo recordado con felicidad porque ha habido reencuentro, entonaciones, verbenas, baile y comida, desfile y sentimiento; y claro está, ¡Vivas y Vivas!, por eso de que viviendo seguiremos estando ahí. ¡Qué así sea!