Asisto a una conferencia en la que el ponente hace un recorrido por el género que se vino en llamar «revista musical». Cuando trata sobre su ocaso, al margen de aludir a razones de diversa índole, no duda en responsabilizar de su muerte, con coraje, a la censura franquista, a pesar de que mediada la década de los 80 del siglo XX todavía se programaban algunas, incluso en TVE, extinguiéndose poco a poco a partir de entonces.

A la luz de lo que comenta, vienen a mi mente reflexiones escuchadas en las últimas semanas a un par de actores de proyección internacional, a algún relevante dramaturgo, a varios cantautores… todos españoles y de diversa sensibilidad ¿política? ¿social? Todos ellos se muestran preocupados por el clima que en los últimos tiempos se ha asentado en nuestro país y que a todos hace temer por la falta de libertad creativa que progresivamente se ha implantado y que, al margen de encontrar su origen, como toda censura, en estamentos políticos, está cada vez más arraigada en la sociedad. Eso sí, son pocos los que se atreven a llamarla abiertamente como lo que es: censura. Es más, incluso suele apelarse a esa manera de no tolerar determinadas actitudes o temas en la creación artística en general como precisamente lo contrario, como la defensa de realidades o perfiles humanos muy concretos que una parte de la sociedad considera que tradicionalmente han sido vejados, burlados, ridiculizados… maltratados en suma, algo incuestionable para cualquiera con mínimas dosis de sensibilidad, rasgo este del que buena parte de la sociedad –sí, a mi juicio no es cosa de pocos, sino de bastantes energúmenos– carece. A mi parecer no es menos lamentable, sin embargo, que ciertos creadores actuales se sientan censurados por sus congéneres, y no por sus ideas, sino por el simple hecho de abordar esos asuntos en sus obras y mostrar la realidad vivida o que se vive. Y eso me preocupa.

Sospecho que un día este clima social desaparecerá, se relajará… ¿o quizá permanecerá? No sé qué pasará, pero si un día cesa, cuando veamos estos tiempos con el retrovisor que ofrece el paso del tiempo y viviendo ahora en plena democracia, ¿a quién se podrá culpar de esos filtros que hoy cercenan a la creación artística?