¡Alto! ¡Que paren las rotativas! Por fin tenemos fecha para la inauguración del nuevo hospital. 13 años y pico después de la colocación de la primera piedra, han concluido las obras y, tras la preceptiva consulta con la agenda de la Casa Real, el 19 de diciembre se inaugurará el complejo hospitalario que relevará al vetusto e histórico Virgen de la Luz tras 60 años de servicio ininterrumpido a la sociedad conquense. Ha querido el destino que coincida con el 125 aniversario de la creación del Colegio Oficial de Médicos de Cuenca. Para la historia sanitaria conquense quedarán ambas efemérides. Brindemos porque caminen juntos durante muchos años.
Concluye de esta manera un proceso que comenzó allá por el año 2011. Desde el primer momento hemos sentido esta obra como nuestra. Hemos seguido su evolución con interés y, por momentos, con preocupación ya que la impaciencia por poder acceder a una atención hospitalaria más cercana al siglo XXI nos hacía ver que la velocidad de construcción no era la deseada. El caso es que para entender cómo de largo ha sido el proceso solo basta decir que desde que comenzaron las obras los conquenses hemos sido gobernados por cuatro alcaldes (a la sazón Fran Pulido, Juan Ávila, Ángel Mariscal y Darío Dolz). La región ha estado bajo la batuta de tres presidentes (José María Barreda, María Dolores de Cospedal y Emiliano García-Page). Y también han sido tres los presidentes que han regido los destinos nacionales (José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez). Quizá así podamos valorar el calado de una obra de este nivel y, sobre todo, el tiempo transcurrido hasta hoy que tocamos con la punta de los dedos la inauguración de este nuevo recurso que ha de venir a mejorar la cartera de servicios sanitarios que disfrutamos todos los conquenses.
¿Y ahora? Pues nos pondremos en manos del grandísimo personal de nuestro hospital (los que ya estaban y los recién llegados) que no escatimarán ningún tipo de esfuerzo para que el traslado sea lo más ágil y lo menos traumático posible con el fin de que, prácticamente, el único cambio que notemos sea el del espacio en el que nos encontremos. Sí, decir adiós al Hospital Virgen de la Luz es también cerrar un capítulo de la historia conquense, es despedir a ese amigo que nos ha visto nacer, enfermar, sanar, morir... pero también es hacer hueco al Universitario, al joven que llega con todas las ganas de convertirse en santo y seña de una ciudad tan ávida como necesitada de ver cómo los proyectos se hacen realidad.
De hecho, recuerden que se barajaba cómo fecha de la posible inauguración la próxima Semana Santa y, si Dios quiere, el primer conquense que nazca en 2025 lo hará ya en el flamante Universitario. Estamos, pues, de enhorabuena. Ojalá podamos celebrar durante los próximos meses la conclusión de muchos de los proyectos que esta ciudad tiene iniciados y que necesitamos, como agua de mayo, aunque solo sea para creer que, por una vez, las cosas nos van bien.