Quizá ese piloto encendido en el salpicadero lleve demasiado tiempo en rojo. ¿Antes era naranja? Me preocupa más cuando parpadea. Llevaré el coche al taller, no vaya a ser. Lo negro que sale del tubo de escape tampoco ayuda a mi optimismo. Menos mal que mi cuñao es el mejor mecánico de toda la provincia. Aunque esta semana no me va bien del todo ir a su taller. Quedarme sin coche ahora me viene regular. Pero, ¿por qué pierde fuerza ahora este trasto? ¡Vamos, poderoso! ¿Cuándo se te ha atragantado a ti la subida de Cabrejas? Venga, que ya llegamos a Cuenca. ¿Y ese humo que sale del capó? No, no me hagas esto, por favor. Mierda.
La sandía, el táper de ensaladilla, dos latitas, un yogur. La sombrilla. Todo preparado, y para dos días de playa que tengo, me ponen una bandera roja. Y que no me meta, dice la socorrista. Tampoco hay tantas olas. Olitas. Si me quedo cerca de la orilla no tiene por qué pasar nada. Malo será que meta los pies y se me lleve el tsunami. Además, hago pie casi hasta la boya. Bueno, ahora que nadie me mira... Fíjate, no se está tan mal. Lo que yo decía. Qué paz, por fin. Banderas a mí... ¡Au! ¡Ah! Mi pierna. ¡Duele! ¿Pero qué es esto? Vaya. Podría alguien haberme dicho que esto estaba plagado de medusas.
Qué bien han dejado el merendero. Ahora vendrán estos con la carne. Panceta, chorizo, forrete, y yo a los mandos de la parrilla. Nada va a fallar, qué más da que sea 15 de julio y que este cartel diga que no se puede prender. La barbacoa es de obra y está todo controlado. Y qué bien se aparca aquí al lado. Con el río cerca, por si cuadra un chapuzón. Y leña de encina para las ascuas, va a ser un cumpleaños perfecto. Esto ya empieza a coger calorías, a ver si llegan todos y empezamos a brindar. Aunque no contaba yo con este cambio de viento... ¡Ups! La cosa se pone fea. Hay que cancelar el cumple. Menos mal que ya se oyen los helicópteros.
Cuatro conciertos sobre este césped, en este estadio... ¿Otra vez? Bueno, ¿qué puede pasar? Estaban programados para el inicio de temporada, sí. Pero se ha obligado a la empresa a dejar el tapete en condiciones para que la Balompédica pueda estrenarse en la nueva categoría en su campo. El problema debería estar resuelto. La hierba crece otra vez si la riegas, como la que tiene en la cabeza el Cespino que me tocó en la feria. Le he echado un poco de agua y le ha salido pelete ya, en cosa de dos días. Si al muñeco puedo hacerle ya la raya en medio, podemos debutar contra el Illescas sin ningún problema el 13 de septiembre. Y los conciertos han estado bien. Madre mía Robe... menudo bolo. Vale que ahora La Fuensanta parece un campo de topillos, pero aún se puede jugar. O quizá no. Vaya. Siempre nos quedará el Luis Ocaña.
Recuerdo a mi madre, alpargata en mano, advertirme de pequeño tras alguna cabronía de que 'el que avisa no es traidor'. El cartel que prohíbe hacer fuego, la bandera roja y el piloto del salplicadero no han traicionado a nadie, aunque tuvieran razón. Los que vimos venir que mañana no debutábamos en casa, tampoco.