Parafraseando a John Lennon, podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que la vida es eso que pasa entre elecciones y elecciones. No hace ni un año que fuimos llamados a las urnas para elegir quién debería gobernar el país y ya estamos embarcados en unos nuevos comicios, europeos en este caso. Por el camino, gallegos, vascos y catalanes han votado, depositando su confianza en quien creen que es el mejor candidato o candidata para regir sus destinos autonómicos durante los próximos cuatro años. Claro, que esa es la teoría. Luego ya sabemos que hay todo un mundo de acuerdos y desacuerdos que permiten ganar a todos, alargar y acortar legislaturas. Pero eso es harina de otro costal. Decía que estamos a poco más de cuatro días para votar a quiénes han de representarnos en Europa y uno, poco hábil en estas lides también, se pregunta cómo afectan estas elecciones al conquense que, de vuelta del macropuente, se enfrenta a la cotidianeidad que le espera tras disfrutar durante unos días de esas minivacaciones de verano.
Leyendo la prensa parece que esto de Europa nos afecta de una manera importante, muy importante. Solo basta leer cualquier noticia de estos días para comprobarlo. Pongamos un par de ejemplos. El martes se publicaban los datos del paro relativos a mayo. Las buenas noticias, en forma de números, permitían que los representantes locales del partido gobernante pidieran el voto para su formación en las elecciones europeas ensalzando las bondades de su formación. Por el contrario, los munícipes capitalinos del principal partido de la oposición se afanan en demostrar la pérdida de fondos europeos para diversos proyectos.
El caso es que mientras que paseo escoltado por las banderolas de las diversas formaciones políticas (puestas con la misma premura que deseo sean retiradas) me pregunto qué pensaran de las elecciones europeas los vecinos del barrio de San Martín que, parece, van a tener problemas de acceso con motivo de las obras de las escaleras mecánicas. ¿Cómo se van a arreglar si hay una urgencia médica? ¿Será que San Martín no era europeo? Claro que no todo van a ser noticias singulares. O sí. En los próximos días podremos usar los servicios públicos de diferentes parques. Eso sí, tendremos que adecuar nuestro ritmo fisiológico al horario matutino así que los principales usuarios (y más en esta época del año), los niños, tendrán que venir miccionados de casa. Gensanta que diría el gran Forges.
Al menos, mientras que la ciudad se vaciaba, conocíamos la adjudicación de algo menos de trescientos cincuenta mil euros para arreglar el templo sanantoniano, que necesitado está, desde luego.
En las próximas horas intentarán convencernos de lo importante que es que les demos su voto para una Europa mejor, basando dicha petición en lo que no se ha hecho, convirtiéndose durante unos días en miembros de la cofradía del clavo ardiendo, que pretende convencernos de que su desfile es el mejor. Y aquí, de otra cosa no, pero de desfiles sabemos un rato.