Me imagino a Carlos Tarque allá por el 99 metiendo en la coctelera dos partes del Serenade de Steve Millers, dos más del Space Oddity de David Bowie y un pegote de gachamigas murcianas, por ver qué salía. Me imagino a Alejo Stivel apareciendo por la puerta, torciendo el morro y echando un chorro de Fernet para darle otro toque. «Esto va a ser un puto éxito», diría con su acento pampero. Y lo fue, tanto que puedo lograr desde aquí, 24 años después, que usted mismo lo tararee mientras lee esta columna. «Heeeeee viiiiistoooo una luuuuuuuuz». ¿Lo ve? Hace tiempo Venus se apagó.
Por imaginar, me imagino a los Lori Meyers en un estudio de Motril, rondando 2007, discutiendo por cuál sería el primer 'single' del álbum Cronolánea de entre los trece temazos que vendrían a encumbrarles en la cima del 'indie' español, el de cuando el 'indie' era 'indie'. «Con luuuuuceeeeees deeeeeee neóooooooooon», diría Noni. «Pa para pa pa pa», corearía el resto. Canciones, casi himnos, paridos en Murcia y Granada en la primera década de los 2000 y que serían imposibles de componer si el escenario hubiera sido Cuenca y el contexto la previa de la Navidad de 2023.
La chapuza de las bombillitas navideñas que ha vivido la ciudad cobra más gracia si cabe al explicar que la Alcaldesa de Honor de Cuenca –y patrona a la sazón– es la Virgen de la Luz. Y más todavía si se relata cómo la cuenta atrás del encendido oficial se pasó de frenada y llegó al -12. Houston, tenemos un problema. Gordo. A Chavela le hubiera valido con un poco de luz de luna para una noche tan triste, pero al espíritu de la Navidad no le va a ser suficiente. La pequeña historia de nuestro particular 'Grinch', al que ya han dimitido, no acaba tan bien como el del monstruo verde y peludo de la película. Él quiso cargarse la Navidad pero acabó repartiendo regalos, y todos comieron perdices.
Entre la luminosa Vigo de Abel Caballero y el oscuro pesebre de Belén debe de haber algún punto intermedio en el que poder acomodarnos. Que no queremos ser París, la Ciudad de la Luz; pero tampoco la rusa Norilsk, la más triste del planeta por su pegajosa oscuridad. Espero que en la Noche de Reyes, en su camino al portal, no se apague la Estrella de Oriente que ha de guiar a Sus Majestades a su paso por Cuenca. Que uno ha sido especialmente bueno en 2023 y quiere ver sus zapatos repletos de regalos.