Miguel Romero

Miguel Romero


La Navidad se engalana entre la Plaza de la Hispanidad y la de la Constitución

20/12/2023

Hace unos días se inauguraba el Belén de la Plaza de la Hispanidad, lo que siempre hemos llamado cariñosamente, 'plaza de los taxis', formando parte de un amplio espacio urbano, deshabitado en los siglos pasados y que como Campo de San Francisco fue registrado en muchos momentos. Allí, la glorieta que luego diera también espacio para el palacio de la Diputación Provincial, fue centro de confluencia y como plaza de la Infanta Paz, tras inaugurarse el monumento a los soldados de África de nuestro recordado y afamado Marco Pérez, sustituía a lo que se llamase plaza del capitán Galán durante la Segunda República. De un nombre a otro, este lugar es muy familiar para el conquense habituado a recorrer la Carretería de arriba abajo, desde José Cobo hasta la llamada Plaza Cánovas, ahora de la Constitución, y en plan cariñoso, 'plaza del nazareno', por eso del grupo escultórico del artista Javier Barrios.

Ahí donde estuviera el pastor de las Huesas del Vasallo –ahora al lado del puente de San Pablo mirando la hoz del Huécar– nos abren tres vías, o bien hacia la calle del Agua, transitada por amigos de visitar sus tabernas, o bien hacia la travesía de San Agustín, recordando aquel antiguo convento que allí hubiera, o bien, volvemos por esa Carretería para llegar nuevamente al punto de partida: la Plaza de la Hispanidad, donde el Ayuntamiento coloca el Belén cada año. Y es que la Navidad tiene aquí una parte importante de su reflejo conquense. Tradicionalmente, al compás de las dulzainas y el tamboril de los Tiruraina –ahora sin el recordado Herminio Carrillo–, se adora a esas figuras que, inauguradas por el propio obispo de la ciudad, nos llevan hacia esa Navidad de la Cuenca tradicional.

Lugar de encuentro, por esos bares con sus mesas, la tradicional librería Evangelio, por la misma iglesia de San Esteban o por la confluencia del inicio de la calle Sanfran, donde nos esperan reconocidos hosteleros para el almuerzo típico de cada día o simplemente la tortilla de la tarde. Seguro que la infanta Paz en sus tiempos, muy dada a transitar este lugar, o incluso todos aquellos escritores y periodistas, desde González Ruano, Martínez Kleiser, Raúl Torres y algún otro, siempre estuvieron haciendo charla entretenida para comentar las cosas de nuestra Cuenca, sea Navidad o sea primavera. Este lugar bendecido es también un lugar de encuentro.