Tengo un amigo recién jubilado con el que he compartido horas y horas de amable conversación sobre cultura, investigación y la actualidad local, fundamentalmente de esto último. A ambos nos preocupa la degradación que contemplamos en muchas de las calles de nuestro entorno. No hay más que darse una vuelta por el centro para ver el aspecto casi apocalíptico de fachadas, solares… o sufrir las necesarias obras que se están realizando a la vez para mejorar la vida del ciudadano de pie. A nadie nos gusta sufrir las incomodidades de zanjas, reparaciones y obra nueva por más que sean necesarias, como si fueran un mal menor, para solventar este o aquel problema. Con mi amigo y su hermano (al César lo que es del César) revisamos y repasamos el día a día de una ciudad a la que le cuesta abandonar el estado en el que se encuentra.
Y eso que también tenemos buenas noticias. Los responsables del Astra (sí, aquel que vino a sustituir el tren convencional) cifran en 15.000 los usuarios de este servicio durante este verano. Podríamos añadir que es una magnífica noticia a pesar de los horarios que parecen descabellados en algunas franjas, quizá haya razones que desconozco para que se hayan fijado de esta manera. Los tres nos alegramos cuando compartimos alguna noticia que creemos que es buena para todos. Claro, que también nos disgustamos o cabreamos en sentido contrario. Por eso, no acabamos de entender las vueltas que se están dando para acometer la reforma integral del centro de la ciudad.
A la noticia de la pérdida de fondos destinados para ser invertidos en este punto de la ciudad, se le une el encapsulado y vallado perimetral del vetusto edificio de la Plaza del Mercado para evitar posibles daños en el caso de la caída de parte de la cornisa. Al menos el informe técnico indica que no hay riesgos estructurales… Vamos, que el edificio no se cae pero como haga una 'miaja' de viento es posible que un trocillo de cornisa se nos venga encima. Lo raro de esto es que, lógicamente, se ha recolocado a todos los trabajadores municipales pero se permite que podamos acceder a dos negocios que seguirán abiertos solventado el riesgo existente creando «dos envolventes de seguridad». Así que, en una charla entre los tres nos preguntamos si no hubiese sido preferible darle una solución alternativa a esta situación. O sea, que estuvimos rápidos para desmantelar una estación que, hasta donde uno sabe, no ofrecía ningún riesgo para nadie, y siguen pasando las corporaciones municipales sin solucionar el emblemático edificio del mercado.
Claro que nuestros representantes parecen muy preocupados por discutir públicamente sobre temas de cierta importancia como la iluminación de la Torre de Mangana. Así que asumiendo como propio el término acuñado por Tarsicio (el hermano) y que da título a la columna de hoy, este rifi rafe sobre la iluminación en un color (o en otro) de la Torre de Mangana pasa a formar parte, con todos los honores, del 'sandezómetro' municipal.