Leo Cortijo

Leo Cortijo


La prueba del algodón de la despoblación

17/02/2025

Las opiniones van y vienen. Hay tantas como botellines, y las hay para todos los gustos. Es verdad que muchas de ellas, si caminan en la misma dirección, crean corrientes de opinión que pueden ser muy importantes y determinar formas de actuar. Los datos, las cifras, las estadísticas, tan frías como hieráticas, no mienten. No están sujetas a juicios de valor ni a posicionamientos intencionados que conduzcan el relato hacia un sentido u otro. Cierto es que, como todo en la vida, se pueden (mal)interpretar, y dependiendo de quién lo haga, pueden llegar a tener significados no opuestos, pero sí distanciados. Con todo, al final, los números se imponen. Y eso es lo que sucede en esa particular lucha sin cuartel que Cuenca libra con el que era –y empiezo a conjugar el verbo en pasado– un mal endémico en el territorio: la despoblación. 

De un tiempo a esta parte, las instituciones conquenses se han puesto manos a la obra para intentar revertir la situación y que la 'sangría' poblacional que vivía esta provincia sea algo menos. De hecho, se le ha puesto freno. Cuenca encadena cuatro años de crecimiento poblacional. Tocó fondo en 2021, con 196.510 habitantes, y ha arrancado este 2025 con 199.365, con los que ya roza una cifra redonda y, si me apuran, psicológica, los 200.000. Lejos quedan todavía los 216.435 con los que se alcanzó techo en 2009, antes sufrir los efectos del estallido de la burbuja inmobiliaria y la irrupción de la crisis financiera. Ahora bien, visto lo visto, y como las cifras son la prueba del algodón que no miente, en el camino estamos de seguir creciendo.

Al menos, y eso es lo más positivo de todo este análisis, la tendencia que se observa es otra realmente distinta. Y en este capítulo, al César hay que darle lo que le pertenece. Si hay una institución, es más, si hay un político preocupado y ocupado en abordar eso que algunos llaman el reto demográfico, ese es José Luis Martínez Guijarro. El vicepresidente regional ha sido pionero engendrando una ley de lucha (verdadera y auténtica) contra la despoblación. Gracias a una serie de medidas económicas, sociales y tributarias, la norma ha propiciado el desarrollo del medio rural. Con un recorrido de más de dos años desde que entrara en vigor, las consecuencias –halagüeñas– ya se están notando. Y lo seguirán haciendo. 

Ésta no era una piedra en el camino de fácil superación. Ni mucho menos. Pelear contra la pesada losa de la despoblación, que castiga desde mediados del siglo pasado, llevará décadas, pero había que atarse los machos ahora para sonreír el día de mañana. Los resultados, a gran escala, no esperen verlos en el corto y medio plazo, sino en el largo. Martínez Guijarro y el Gobierno regional no están solos en esa lucha, cuentan con un aliado estratégico muy importante, la Diputación, que también ha asumido su papel en esta batalla como propio, y está dando la cara. Pasemos el algodón cada cierto tiempo y éste nos dará certezas.