En la festividad de San Julián Obispo, Patrón de Cuenca, el Ayuntamiento –con acertado criterio-, sábado 28 de enero, decidió entregar los reconocimientos y homenajes a los Hijos Predilectos e Hijos Adoptivos que la ciudad de Cuenca había concedido entre los años 2020 y 2022.
Fue un Acto solemne, bonito y emotivo. El lugar elegido, la iglesia del antiguo convento de la Merced (mercedarios descalzos) que ocuparon el primer convento –allá por el siglo XVI- en lo que ahora ocupa el campus universitario de la UCLM en Cuenca, y posteriormente en el 1648 trasladándose hasta el actual emplazamiento, en la llamada plaza de la Merced, antiguos solares de los palacios de los Hurtado de Mendoza, marqueses de Cañete.
Posiblemente fray Domingo Ruiz, maestro de obras del Obispado en el siglo XVII pudiera ser quien decidiera las trazas del nuevo edificio.
En 1739, una casa de tres pisos que daba a la anteplaza sería adquirida por esta comunidad para ampliar sus espacios, tanto en celdas de frailes, como para biblioteca, cocina y otras instancias (Ahora, las Esclavas del Santísima Sangre de Cristo).
La iglesia, construida posteriormente, no estaba en el siglo XVII, ya que sería unos cuantos años después, una vez que se levantaba sobre una cripta, de una sola nave con crucero poco señalado en planta y nichos poco profundos entre los contrafuertes. El crucero se cierra con una cúpula elíptica. Ahora, este lugar, forma parte de lo que es la Biblioteca del Seminario San Julián, llena de anaqueles de madera y deseosos de llenar sus espacios con nuevos libros e incunables. En la planta baja, donde se ubicase la primitiva cripta se encuentran todo el contenido más rico de esta gran biblioteca.
En este maravilloso entorno, presidido por el repostero del escudo de Cuenca, bordado en oro y con ese fondo granate, la presencia de José María Yturralde y José Luis Perales como protagonistas presentes, y la de Josefa Pallás Bofaluy, viuda del doctor José María Izquierdo Sanz; la de Mariano Aragón Marín, sobrino de la fallecida, profesora Teresa Marín y, por último, Jesús Zabala, sobrino también del coleccionista, filántropo y artista Antonio Pérez Pérez, fueron quienes ocuparon el estrado de aquella nave adornada para la ocasión. Las palabras del Sr. Alcalde de la ciudad Darío Dolz, y la de cada uno de los homenajeados sirvió para compendiar un solemne momento del que, como mantenedor del mismo, un servidor, me sentí orgulloso y privilegiado.