¿No les pasa a ustedes que, con cierta frecuencia y sin saber por qué, se instala en sus cabezas un tema que entra en bucle y les acompaña durante horas y horas? Pues algo así me ha pasado a mí este fin de semana. Serrat me ha acompañado en mis tareas repitiéndome que de vez en cuando la vida nos pasea por la calle en volandas y nos sentimos en buenas manos. No puedo más que estar completamente de acuerdo con el del Poble Sec. Aunque, eso sí, solo sea de vez en cuando.

Hoy, que la luz se hace casi eterna regalándonos un cajón lleno de oportunidades regadas con el optimismo que el verano nos trae, nos afanamos en encontrar una ocupación diferente para nuestras tardes. He aquí que el mundo de la cultura tiene mucho que ofrecer. Cuando lean estas líneas sabremos ya si el espectáculo Luz Cuenca que podemos disfrutar en la antigua iglesia de San Miguel ha sido merecedor del reconocimiento oportuno en el Mondo Dr-Awards que se celebra en la excesiva Las Vegas. Sin pecar de conformismo, llegar hasta ahí ya es un rotundo éxito. Ojalá el jurado sepa valorar tanto el continente como el contenido, lo que se cuenta y cómo se cuenta. Cultura, historia y sociedad de esta ciudad merecen ser conocidos, transmitidos y compartidos para que se sepa que en esta pequeña ciudad castellana, entre otras cosas, el próximo fin de semana se llegará a la undécima edición del Conka Street que programará dieciocho actuaciones en la parte baja del Casco Antiguo. Que nos encontramos ya inmersos en una nueva edición del necesario Estival Cuenca ejerciendo, durante un mes prácticamente, de punto de encuentro de todos aquellos amantes de la música que eligen ir y disfrutar de todo tipo de géneros musicales en una singularidad de espacios. Y que, aunque un poco más lejos en el espacio, Uclés vuelve a ofertarnos la perfecta combinación de la majestuosidad del patio del monasterio con una cuidada y novedosa programación musical convirtiéndose en la escapada perfecta para esas tardes veraniegas en las que buscamos, casi con desesperación, el fresco nocturno.

Rafa, Marco Antonio y David son la cara visible del esfuerzo para ofrecer un producto de calidad en una ciudad, en una provincia, que siente que lo que se programa en otros lugares es siempre mejor que lo que se hace aquí. Y no es así. Al menos no siempre. Como tampoco lo es que las cosas aquí se solucionen tarde. Ya tenemos a la imprescindible Mar mimando la portada de las monjillas de la puerta de Valencia para recuperar, cuanto antes, lo que el fuego dañó. Sí, sé que detrás de estas personas hay grandes equipos, apoyos públicos y privados, que permiten enorgullecernos de nuestro patrimonio, material e inmaterial. Pero, al oír estos nombres, junto a otros que iremos desgranando en las próximas semanas vuelve a mi cabeza, una vez más, la voz serratiana afirmando que uno es feliz como un niño cuando sale de la escuela.