Mañana jueves si inaugura en el Museo de la Semana Santa una exposición dulce en su gusto, olorosa en su atmósfera y original en su mirada, gracias a la empresa De Chocolate con su maestra en este gustoso arte, Maribel Gil, ofreciendo sus tabletas personalizadas en esos lignotes de chocolate de cien gramos donde ha querido plasmar, con habilidad y destreza, figuras simbólicas y rincones o fachadas de la Cuenca histórica.
Es, por tanto, en este tiempo de Semana Santa, cuando esta maestra chocolatera ha querido hacer de su expresión artística una muestra hacia su Semana de Pasión, una de sus vocaciones más sensibles, exponiendo en piezas únicas cada uno de los emblemas de las Cofradías y Hermandades que componen nuestra fiesta religiosa más popular, paisajes y Pasos procesionales, iglesias y rincones, utilizando sus métodos aprendidos, en esa talla del chocolate con láser o la impresión mediante transfer, una técnica que le permite imprimir una imagen sobre chocolate gracias a una lámina de acetato cubierta de manteca de cacao y tinta alimentaria.
Un minucioso trabajo de artista, pintando a mano con pincel utilizando esas tintas especiales que no quitan para nada el sabor al producto, empleando brochas de maquillaje y expresando en cada pieza, su maestría, habilidad, gusto y creatividad.
El chocolate procede del árbol del cacao, que es un arbusto tropical que se cultiva en regiones cálidas y húmedas. Originariamente procede de Venezuela y México y en la actualidad también se produce en Madagascar, Ghana, Java, Trinidad o Brasil, entre otros.
Su difusión en Europa se la debemos a Hernán Cortés, que llego a México en 1519. También María Álvarez de Toledo enviaría varios cargamentos a España con ese producto. El chocolate se preparaba entonces como un brebaje hecho con cacao y maíz molido, al que se añadía vainilla y otras especias. Su sabor era amargo y estaba muy valorado por su capacidad energética y vigorizante. Los Aztecas lo llamaban «Xoxoatl».
Ahora, la Casa palaciega de los Girón, sede del Museo de la Semana Santa de Cuenca, revive aquellos tiempos en que el chocolate fuese fundamental para los Tercios de Flandes en el siglo XVI, siendo Uclés un especial lugar de fabricación y Jábaga de almacenamiento. Una vuelta a la historia que Maribel Gil ha sabido compendiar con su habilidad como maestra chocolatera de renombre.