Lo que hoy llamamos Plaza de la Hispanidad –bien llamada sin duda-, fue en otro tiempo Plaza de la Infanta Paz, aquella hija de la reina Isabel II y por tanto, hermana de Alfonso XII, rey de España en el siglo XIX.
Alcanzó el título de princesa de Baviera y fue una escritora y mujer comprometida con la sociedad del momento, sobre todo, buscando la paz que España no tenía. Se casó con el conde Girgenti y después de su exilio en Paris tras la revolución de La Gloriosa en 1868, regresaría a España cuando reinó su hermano.
Ayudó a los artistas españoles del momento y visitó Cuenca en numerosas ocasiones, sobre todo, cuando se hizo propietaria y dedicó parte de su tiempo a cuidar aquella posesión del término de Saelices y que como Villa Paz siempre estuvo registrada.
Fue llamada en la Corte real española «la perla cultivada» al ser considerada la más hermosa en todos los sentidos, de aquel «collar de la corona borbona», pues junto a sus tres hermanas: Isabel, Pilar y Eulalia, eran las nietas preferidas de la gran María Cristina de Borbón y Nápoles, la reina gobernadora.
Mujer de baja estatura, pero valiente, decidida, elegante, revolucionaria y alegre y siempre lo pudo demostrar en todos cuantos lugares residió hasta su muerte a los ochenta y cuatro años. Vivió en Paris, Madrid, en Villa Paz, en el Castillejo de Luján, en Cuenca cuando vino la primera vez al homenaje que esta ciudad le hizo a los soldados de la guerra de África con un monumento que realizaría Luis Marco Pérez y que sigue estando en el mismo lugar de antaño.
En esa solemne ceremonia, junto a las autoridades, fue vitoreada por la ciudad de Cuenca, a su paso por la Carretería y luego en sus palabras de inauguración. Desde ese momento, aquella placetilla ajardinada, frente al cine Ideal y entre las calles José Cobo y Aguirre, llevaría su nombre hasta que en la segunda mitad del siglo XX cambiase a este actual nombre de Plaza de la Hispanidad y la infanta Paz tuviese una calle en lo que hoy llamamos el Barrio de la Horca.
En este lugar, ha vuelto a nacer Dios, pues el Belén municipal era inaugurado el pasado sábado con la presencia del obispo Monseñor José María que bendijo las figuritas que lo componen y el alcalde Darío Dolz, junto al concejal de festejos Mario Fernández.
Nuevamente Cuenca tiene su belén tradicional, al que Tiruraina le cantó villancicos y donde los conquenses pueden disfrutar de su colorido.
En este lugar está el niño Jesús, en figuras de escayola y porcelana, mientras que el Belén Viviente ocupará unos días en el Paseo del Huécar, gracias como cada año, al esfuerzo y dedicación de la Asociación Conca.