Una de las cualidades del ser humano que más me cuesta trabajar es la paciencia. He tenido que ahondar en la mejora del noble arte de esperar que las cosas ocurran o vengan cuando sea su momento. Tanto tiempo pretendiendo aumentar mi capacidad como ente paciente y aún hoy, me toca esforzarme en frenar ese natural impulso de tener hoy lo que es para mañana. Reconozco también que hay que tener un bote bien llenito de aguante para amoldar el paso del tiempo a las necesidades que tenemos.
Hay un proverbio irlandés que dice que la paciencia puede conquistar el destino. Sin entrar en matizaciones de un carácter más político sobre la conveniencia o no del llamado plan XCuenca (aunque sigue pareciéndome triste, muy triste, que Cuenca sea de las pocas capitales de provincia que quede sin tren convencional), y centrándonos en las necesidades de los ciudadanos, creo que la paciencia (por fin) ha conquistado el destino en forma de comienzo de las obras en los antiguos terrenos de Adif. Con tanta ida y venida, debo confesar que no recuerdo muy bien la totalidad del proyecto, seguro que nos lo recordarán.
El inicio de estas obras supone varias cosas. Por un lado, se nos anuncia que en un plazo prudencial de tiempo (para el verano, parece ser) se habilitarán casi 400 plazas de aparcamiento –entiendo que gratuito– que podrán ser usadas tanto por vecinos como por aquellos que tienen el centro de la capital como destino laboral o administrativo. Por otro lado, se empieza a cerrar la cremallera que dividía la ciudad en dos, más allá de la vía y más acá de los raíles, que dejaba en los terrenos ferroviarios un aspecto más propio de ciudades del este europeo al que había que añadir esa valla que tantas series de abdominales ha hecho (ya saben, que me caigo, que me levantan, que me vuelvo a caer…).
Y, finalmente, parece que, aunque despacio, se van dando pasos notables que van a modificar sustancialmente el aspecto físico de la ciudad. Aquí es donde nos toca tirar de temple. Creo que todos querríamos que, puestos en faena, las obras sean lo más cortas posibles y aunque este primer paso parece que va a concluir para verano, habrá que esperar bastante más para ver todo el proyecto concluido. Así que nos toca hacer un uso importante del tarrito de la paciencia. Ese que, estoy seguro, deben de tener vacío los vecinos de las calles Francisco Suay y Avenida de la Música Española, calles en las que los majaderos han visto el futuro circuito de carreras de la ciudad. Como en el cuidado de lo común solo nos interesamos cuando nos afecta al bolsillo, miren las multas a diversos grafiteros, sería deseable que a alguno de estos fernandoalonsos de tres al cuarto les cayera una de esas que te acuerdes durante años. Aunque seguramente para eso haya que proceder a aumentar la plantilla de la policía local, antes de que también se les agote su paciencia.