Hace unas semanas me recibía en su estudio mi amigo el escultor y pintor Julio Abad, y la verdad es que quedaba sorprendido por un precioso mural de bronce en el que están presente los iconos históricos de nuestra Cuenca cristiana, donde la figura del rey Alfonso VIII y la virgen de la Puente, junto a la escena de la conquista de la ciudad, estaban plasmados con una técnica depurada y en alta calidad escultórico como relieve.
La verdad es creo que este mural merecería estar instalado en alguno de los muchos rincones monumentales y patrimoniales que tiene la ciudad, tanto por lo que representa como por la calidad del mismo.
Y me ha traído al recuerdo el precioso relieve escultórico en piedra que representa la Conquista de Cuenca, con unas dimensiones de 90 por 120 centímetros, en esa sencilla fuente de traza herreriana, llamada Fuente del Escardillo, y cuyo bajorrelieve representa claramente al rey Alfonso VIII, en plena batalla, blandiendo su espada, con una inscripción que dice: Adefonsus VIII, conchénsis civitatis expugnator (Alfonso VIII, conquistador de la ciudad de Cuenca).
La verdad es que es un relieve en piedra, de factura extraordinaria, que lleva la firma del escultor de Fuentelespino de Moya, don Luis Marco Pérez, y que sin duda prestigia ese rincón icónico de nuestra ciudad, al lado de la actual palacio de la Audiencia Provincial y en una curva que siempre queda definida en todas y cada una de las procesiones de nuestra Semana Santa conquense.
En esa Fuente hubo en tiempos poesía, se recrearon escenas pintorescas, sucedieron acontecimientos históricos en nuestra historia contemporánea, se revivieron estampas románticas y sigue siendo, punto de encuentro donde gentes que allí habitan (calle de San Juan, puerta del mismo nombre, barrio de Santo Domingo, plazuela de la Audiencia y subida de Alfonso VIII), se encuentran para descansar, refrescar su garganta y comentar historietas de antaño, mientras los edificios colindantes soportan el peso de mucha historia, del Medievo, de la Modernidad o de esta Cuenca de ahora, que pretende mantener esa simbiosis entre los antiguo y lo moderno, sin romper el vínculo de la esencia vital.