Aldama le contó ayer al Supremo que pactó con Ábalos el regalo de un piso en la Castellana de dos millones de euros. Desde luego, los socialistas no paran después del Congreso de Sevilla, la aclamación y el peloteo. Cerraron todos filas con el amo del calabozo, el más listo y quien se ha tragado la llave para que ninguno píe ni se desvíe. Pero Aldama no entraba en el trato y los meses de prisión le han dado para pensar. Ahora comienza el rosario de revelaciones. Lo que venimos sabiendo de Ábalos es maravilloso. Velaba por los suyos desde el principio y a ninguno quería dejar atrás. A la familia la mantenía y a las queridas, las colocaba. El socialismo siempre sorprende. Reniegan de la caridad y hablan de justicia social. Pero, en realidad, quieren decir que la caridad bien entendida comienza siempre por uno mismo. José Luis le dio la manita a Jessica y, al parecer, a alguna más de Asturias que también colocó. Luego Aldama le hacía las transacciones y le conseguía los pisitos en milanuncios.com. Aunque no contaban con que esto pudiera terminar, como siempre le pasa al pillo cuando se encuentra en la cima de su impunidad.
El César permanece impasible y exige una fe cercana a los davidianos. Lo que ocurre es que ahora habría que llamarlos begonianos. El que no esté con Begoña, es un ultraderechista que no cabe ni en el puño ni en la rosa. Pero así está el socialismo patrio, el que venía a echar a la derecha por corrupción. Ahora creamos además una empresa pública de vivienda, por si hubiera algún amigo más que colocar. Menos Lobato, cualquiera, claro. Juan pagó la novatada y se le ha quedado la cara del cornudo que descubre la infidelidad en la cama de su habitación. El otro día lo escuché en la barra de un bar de Ciudad Real. «Eso le pasa por pelota… El primero que estaba con Begoña y al primero que se calzan». Cuando las lealtades se equivocan y no son inquebrantables, ocurren estas cosas. Juan quiso ser amable con Begoña en su comparecencia de la Comunidad de Madrid, pero cuando vino el juez recuperó la cordura. Pedro tomó nota y ejecutó la sentencia. Ahora se buscan consejeros delegados para la nueva empresa de la vivienda. Al final, los contrarios se atraen, porque el socialismo termina en Franco, que también creo que la vivienda de protección, con el yugo y las flechas. Hasta ahí no ha llegado la memoria histórica.
El pisito revela que el clan se mantenía unido por los favores del líder y para el líder. Ábalos hablaba cinco veces al día con Sánchez, pero Sánchez no sabía nada. Por eso lo cesó. El socialismo concluyó en sanchismo y corrupción. La economía aguanta, pero cuando se acabe el dinero de los demás llegará el llanto y crujir de dientes. Hasta entonces tendremos Pedro. Al fin y al cabo, ha venido a salvar la Humanidad y los pisitos de protección oficial.