Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Ponga un Consorcio en su vida

13/02/2025

Quería llamarles la atención sobre dos noticias que me han hecho lanzar un sonoro «¡Por fin!» en las últimas horas. Desde este balcón semanal que me regala La Tribuna, hace tiempo que dediqué unas cuantas líneas al lamentable estado en el que se encontraba la muy querida iglesia de San Antón, casa de nuestra patrona, origen y fin del Jueves Santo conquense. En 2021, era incluida en la lista roja de la asociación Hispania Nostra por un notable riesgo de desprendimiento, así como de pérdida de las pinturas murales que adornan cúpulas y paredes del templo antoniano. Han transcurrido casi cuatro años después, pero, por fin, no solamente hay proyecto, sino que, con las obras adjudicadas, sólo resta que comiencen las obras, muy posiblemente antes de la próxima Semana Santa. ¿Es o no una buena noticia? A mí desde luego me parece magnífica con independencia de la incomodidad que estas actuaciones llevan pareja, así como de la incertidumbre sobre lo que se va a encontrar una vez empezadas las obras. Ojalá vaya todo rodado y pronto, muy pronto, podamos volver a disfrutar de esta iglesia en todo su esplendor.

Pero, como les decía antes, no ha sido la única buena noticia. El anuncio de la renovación del edificio sede de la UNED –los que ya pintamos canas aún seguimos llamándole cariñosamente la escuela de enfermería– actualizará los espacios existentes dotando de un Rincón del Patrimonio para uso y disfrute de todos los ciudadanos. En ambos casos hay un común denominador, la intervención del Consorcio Ciudad de Cuenca.

Realmente desconozco cómo y de qué manera se gestó la creación de este ya indispensable recurso en los albores de este siglo. No sé a quién o a quiénes se le ocurrió este proyecto. ¿Fue tras una charla informal? ¿Tras una reflexión a futuro sobre la dinamización de la capital? Sea como fuere, más de veinte años después de su creación, el Consorcio, sujeto a errores y aciertos como todos, se ha convertido en una herramienta necesaria para abordar aquellas obras que quizá no se podrían acometer de otra manera. La primera lección que podemos extraer de estos años es que todo es mejor si caminamos juntos, unidos, que separados. La reunión en un mismo órgano de Ayuntamiento, Diputación, Junta y Administración General del Estado permite aunar los esfuerzos en una misa dirección consiguiendo la optimización de los recursos económicos, así como el desarrollo de obras de calado. ¿Podría el Consistorio haber acometido por sí solo el arreglo de la Virgen de la Luz? Lo desconozco, pero seguramente habría sido más difícil. 

Podríamos enumerar muchas intervenciones e incluso permitirnos poner en tela de juicio la prelación de estas según el interés particular de cada uno, pero hoy, un triste jueves de febrero, me pregunto si no sería posible que el ejercicio de esta voluntad cooperativa y cooperadora se extrapolase al común de las actuaciones ciudadanas con el fin de, al grito de «ponga un Consorcio en su vida», ir cerrando las múltiples carencias que usted y yo vemos a diario.