El alcalde de la ciudad, acompañado del ppresidente de nuestra Comunidad Autónoma, junto con otras autoridades, provinciales, nacionales, regionales y el hijo del gran artista del barro, Tomás Mercedes, inauguraron la recién restaurada Casa-Taller del que fuera nuestro más emblemático alfarero, hombre humilde, sencillo, inigualable, generoso y sempiterno en la memoria colectiva, Pedro Mercedes, ese pasado viernes, ante un nutrido grupo de acompañantes, elegidos entre la ciudadanía, representantes de la comunicación, amigos de la familia y amantes de la cultura y el arte.
Sin duda, Cuenca sigue apostando por este tipo de acontecimientos que van paulatinamente, enriqueciendo el entramado socio cultural de una ciudad hecha para y por el Arte con mayúsculas. Estamos de enhorabuena por este acontecimiento, que ha tardado demasiado tiempo en llevarse a cabo, pero que como dijo el primogénito del maestro, "nunca es tarde si la dicha es buena" ha podido verse cumplido para el orgullo de quienes le admiraron, para su familia en todo ese contenido sentimental que conlleva y para una ciudad que aspira a ser ejemplo de creatividad constante conformando sensaciones agradables ante expectativas futuras.
Este edificio, casa residencia de tantos años, de aquella familia en la que la fuerza del embrujo o duende, ese mismo que llamase a la puerta de Picasso y Mercedes casi a la vez, que tildase los versos de García Lorca o que llenase el espíritu de Tirso de Molina, no muy lejos de allí, vio como renacían de sus cenizas –nunca mejor dicho- esas vasijas, elaboradas con tanto mimo, en los hornos antiguos de raíz islámica junto al horno nuevo de producción artesanal y luego artística que Pedro supo cocinar con tanto esmero entre sus manos.
Del cántaro o botijo comercial y doméstico, necesario para el uso cotidiano de la vida común, al botijo o toro de puro arte, transformando la dinámica gracias a un "Raspado" personal e intransferible, ideado por el gran maestro, a base de ingenio y tiempo; aderezado en ayuda por sus inseparables colaboradores, tal cual Joselete, allí presente como superviviente elegido y admirado, incluso recordando el que Antonio Tejeda supiera entretener al mismo Pedro Mercedes en esos rosarios que ambientaban el tiempo de calentamiento de un horno que haría delicias para el mundo entero. Toda una historia por contar, por escribir y por aprender, a pesar de que Emili Sempere haya realizado un excelente trabajo en libro bien editado y un servidor, al que pocos agradecen que también realizase la coordinación de textos, elaborados a pluma y pasión para cubrir adecuadamente la magnífica exposición sobre Pedro Mercedes, vida y obra, que la Casa Zavala ofreciese hace unos años al público de Cuenca. No importa si el fruto ha sido bueno. No todos dejan protagonismo a los demás. Las Ollerías y la Cuesta de San Lázaro tuvo fiesta de la buena, con gente importante y con otros menos, pero también, admiradores de un Pedro Mercedes, genial.