El joven firmante de esta tribuna era más insultántemente joven en 2003, cuando debía decidir qué estudiar tras un Bachillerato convulso, y tenía claro que tenía que salir de Cuenca para prosperar. Qué tontería, quería prosperar, sí, pero quería vivir la vida universitaria de la capital, que prometía el todo. Y por aquello de querer contar historias, y por aquello del eterno consejo paterno de 'hay que ser curioso', quiso ser periodista, tremenda excusa para querer volar del nido a la gran ciudad. A la misma facultad donde una del montón prosperó en aquella época, tanto que ahora es reina de España y todo. Y aquél joven voló, en parte, porque pensaba que quedarse en Cuenca a estudiar era un fracaso.
Dos décadas después, el campus de Cuenca acogerá el próximo mes de noviembre las Jornadas de Investigación de la CRUE, el órgano que manda a los que mandan en las universidades españolas. Es un éxito. Y claro que tiene que ver que el rector de la Universidad regional, Julián Garde, sea el máximo responsable del órgano investigador del ente en cuestión. No quiero acusar a Julián de barrer para casa aunque lo haga. Poco se ha escrito de cuánto sudó para traer el Centro de Estudios Penitenciarios a la ciudad aunque lo llevara en su programa electoral; nadie se acordará de por qué Ingeniería Biomédica se imparte en nuestro humilde pueblo; no hay tinta que recalque lo suficiente el Erasmus Rural que se sacó de la manga y que salpicó a la provincia; quizá poco se hable de su mano artesana para poner a Cuenca como capital de la investigación española en unos meses.
Fue en marzo de 2021 cuando Garde vino a investirse y se invistió con un discurso donde sus raíces tuvieron protagonismo. Habló de su padre, «nacido en el pequeño pueblo conquense de Castillo de Garcimuñoz», que en un día tan señalado «estaría feliz», y seguro que lo estuvo. «Ha sido la nuestra una travesía vital, un 'vita flumen' manriqueño, en la que, en familia, nos hemos acompañado siempre», dijo Garde al tornarse magnífico rector, citando a Yolanda y al hijo de ambos. «Es una forma, otra más, de volver a las raíces, de hacernos presentes en nuestra tierra como ya lo hicimos al vincular nuestras carreras profesionales a ella», pronunció certificando a la institución académica como lo que es, una familia que cuida a los suyos.
Para una autonomía de génesis artificial, cualquier columna vertebral es poca, y la UCLM hace la función a sottovoce en Castilla-La Mancha. Algo que no se entendería sin la labor de todos los rectores que precedieron a Julián, por cierto. Presumo de haber disfrutado de la distancia corta de Julián y no me importa que estas letras sean subjetivas, que este rincón es mi oasis. Pero como esto que usted lee es opinativo, no me escondo si le digo que ojalá el hoy rector quiera seguir siéndolo. Que en diciembre tendrá que revalidar o no el carné, y que aún no se atreve a decir cuánto lo desea.