En clínica, cada vez son más los pacientes que me encuentro que con problemas digestivos o sin ellos toman antiácidos. El Omeprazol es el top 1 de ventas en farmacias. Este tipo de fármacos pertenecen a la familia de los inhibidores de la bomba de protones, y su función es inhibir la producción de ácido estomacal.
Esto puede ser una solución rápida y superficial al problema, pero su uso continuado lleva a muchos trastornos a medio y largo plazo, ya que destruye la barrera protectora del estómago y deja paso libre a los 'bichitos' que entran por la boca. Esto es un factor de riesgo para desarrollar infecciones por el Helicobacter Pylori, osteoporosis, anemia o déficits neurológicos, entre otros.
Hay un anuncio en la tele que me encanta por lo que bien que expresa en imágenes la sensación que experimentan las personas que sufren de ardor: un volcán en erupción, una fogata… Lo que se piensa en general es que este ardor es a consecuencia de un exceso de ácido en nuestro estómago, pero las estadísticas dicen lo contrario. En nuestra sociedad, mal alimentada y estresada, lo habitual es tener poco o nada de ácido.
Para que tu estómago funcione bien, este debe tener un pH ácido. El ácido clorhídrico es el ácido más potente que produce el estómago y es importantísimo para la digestión, la absorción de nutrientes y nuestra inmunidad. Las razones por las que no se produce suficiente ácido son el estrés, la disfunción del nervio vago, la edad, alimentos ultraprocesados, el hipotiroidismo y el abuso de medicamentos mal llamados protectores de estómago. Síntomas que me indican falta de ácido: me levanto con la voz ronca, digestiones lentas, disbiosis, alergias alimentarias…
¿Quieres saber qué tal está el pH de tu estómago? Hagamos un test: disuelve una cucharadita de bicarbonato en medio vaso de agua y tómatelo. Si eructas antes de los dos primeros minutos, enhorabuena, tienes un pH ácido. Si tardas más en eructar te falta ácido. Si eructas en segundos presentas hiperclorhidria.