¿Recuerdan las pinturas negras de Goya? El genial pintor aragonés realizó hasta un total de 14 escenas que decoraron dos estancias de la denominada Quinta del Sordo. Estas pinturas, realizadas con tonos oscuros directamente sobre la pared, destacan sobre todo por lo sombrío de los temas tratados por D. Francisco. De entre todas ellas, siempre me ha llamado poderosamente la atención la titulada Duelo a garrotazos en la que se reflejan dos lugareños en actitud inequívoca de golpeo con un contundente garrote. Ambos personajes anónimos son representados hundidos en la tierra. Algunos entienden que fue el propio pintor quien quiso reflejarlos así, sin escapatoria posible, sumergidos en el barro. Otros se aferran a la existencia de una fotografía de finales del siglo XIX en la que parece apreciarse que el barro es un mar de hierba. De cualquier modo, siempre me ha producido cierta agitación la idea de que la solución a las diferencias que pudieran tener los dos personajes sea el enfrentamiento cruel hasta acabar con el otro. La ausencia de cualquier otro elemento en el cuadro que pudiera aliviar la tensión reflejada no hace más que incrementar esa angustia producida por una pelea en un paisaje yermo e inhóspito.
El caso es que, desde el pasado martes, no puedo quitarme esta imagen de la cabeza. Todos hemos tenido el corazón en un puño al conocer las impactantes historias de los afectados por la DANA. Los medios de comunicación han realizado (bueno, están realizando) una cobertura increíble con tal profusión de datos e imágenes que nos ponen en primera persona de la tragedia, y ante la magnitud de la misma el pueblo decide enarbolar las armas domésticas que tiene en sus manos para combatir las consecuencias de la DANA y ponerse manos a la obra en las tareas que ahora son prioritarias. Un ejército de palas, tractores, cubos… tomaron las calles para ayudar a los más necesitados. De una manera, casi inmediata, y desde cualquier punto de España se organiza el caudal solidario que este país demuestra tener una y otra vez. Sin preguntar y sin dudar se llenan camiones que son enviados a las zonas más afectadas con la idea de regresar cuanto antes y seguir llenándose por la generosidad de aquellos que ponen en práctica el castizo haz bien y no mires a quien.
Harina de otro costal es el papel que están jugando aquellos que elegimos para que gestionaran ese concepto tan abstracto de la felicidad social. Sin conocer, por supuesto, todos los datos y conociendo la dificultad de optimizar recursos ante una situación de este calado, ver a nuestros políticos enfangados una vez más en el manido yolohehechobienesculpatuyabuenapartedeloquehapasado me hace pasar de la incredulidad al cabreo pasando por el más profundo rechazo.
Más valdría que nuestros gestores supieran esconder, por una vez, el figurado garrote que se han acostumbrado a usar en el día a día de su carrera política y aprendieran de la grandeza de unos ciudadanos que, en modo alguno, merecen ser gobernados de esta manera.