Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


El anonimato

24/10/2024

Despacito, pero a buen ritmo, llegamos a esa cita anual con la duda, con la incertidumbre. Unos, con el aplomo que nos da el conocimiento, afirmaremos que una menos. Otros, con el poso que deja la experiencia, defenderemos que una más. Sea como sea, el caso es, que llegado el último fin de semana de octubre y al menos de momento, nos citamos en el obligado cumplimiento del ajuste horario. Sí, querido lector, la noche del próximo sábado nos ofrece una hora más de vida puesto que a las tres, serán las dos. Reconozco que este es el cambio que peor llevo por mucho que el pueblo enmascare esta práctica con aquella manida frase que valora el tener una hora más para dormir. 

La realidad es que me despertaré como siempre solo que el reloj marcará una hora antes. Y por más explicaciones que me den, nunca acabo de entenderlas. Unos dicen que supone un ahorro de miles de euros al aprovechar más la luz solar, tanto que alcanzan los seis euros por familia. Vamos, que casi prefiero renunciar a tres cafés y mantener la hora tal y como está. La explicación sube un peldaño científico al indicar que aumenta la segregación de melatonina en el cuerpo humano puesto que anochece antes. Y este aumento nos lleva a estar más apagados. Bueno, quizá este cambio lo que hace es atontarnos un poquillo con el fin de que las largas tardes invernales se nos hagan más llevaderas a la espera de que la noticia sea aquello que denominamos el buen tiempo. 

Los que parecen que se han adelantado a este efecto de atontamiento propio de los días venideros son aquellos que el pasado fin de semana destrozaron varias balizas de las dispuestas a lo largo de los senderos iluminados que circundan nuestra capital. Hay que estar muy atontados (en primavera diría que son tontos de capirote) para romper aquello que también es suyo. Parece que estos energúmenos no saben que rompiendo lo público, destrozan su propio patrimonio... y el nuestro, claro. Lo malo de estas cosas es no conocer quién está detrás del acto vandálico porque, en una sociedad hiperconectada, aún quedan resquicios en los que podemos encontrar buenas dosis de anonimato. En algunas ocasiones este pasar desapercibido enmascara comportamientos vandálicos, pero también sirve para ocultar aquellas situaciones que ya no son tan agradables para esta comunidad hedonista. 

Esta misma semana, Cáritas denunciaba la triste realidad que sufre aquel que no puede ser ayudado por, entre otras cosas, falta de medios materiales. Ojalá puedan alinearse los astros para que las instituciones sepan llevar la ayuda a quienes la necesitan, aunque sea evitando que el olvido potencie el anonimato. Hoy hace 32 meses que Rusia invadía Ucrania. Hoy, 32 meses después parece que aquella guerra ya no existe, ya no se visibiliza el apoyo a los ucranianos que tuvieron que dejar atrás su hogar para incorporarse a nuestra vida, abandonando la suya para abrazar una realidad distinta. Hagamos que no caigan en el anonimato.