Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


Apuesta

16/09/2024

Hace tiempo decidí apostar. Como no me gusta perder, opté por ser mi propio rival. Una vez aceptado el reto, la aventura tendría el aliciente de que, a la fuerza, una parte de mí se vería superada por la otra. 

El tema de la rivalidad planteada residía en ver si alguna vez encontraré, en un medio de comunicación o tertulia, un periodista o tertuliano, de esos que están indefectiblemente alineados con lo que se ha venido en llamar gobierno progresista, asumiendo que ha encontrado la más mínima fisura, error, mala fe, embuste, etc. en las acciones del ejecutivo. Pasados muchos meses desde que comenzó el desafío, confieso que, en tal juego, siempre gana un mismo «yo». El avatar creado por mí, batalla a batalla pierde por goleada. Sin embargo, como hechos positivos, constato que ya son dos los aprendizajes hasta ahora conseguidos, por lo cual el fruto ya es de momento granado. Por una parte, ya no me intriga qué posicionamiento adoptará cada cronista o contertulio convocado a la mesa de debate o columna; lo sé desde el mismo momento en que lo identifico. Ahora, lo que me provoca curiosidad es descubrir qué nueva argucia dialéctica, enrevesado argumento, época pasada de la historia o nombre de líder de la oposición saldrá de su boca para justificar la acción o inacción del gobierno al que defiende en el asunto objeto de debate. A menudo me sorprendo, pues si los hechos gubernamentales fuesen justificables por sí mismos bastaría con compartir los argumentos en cuestión y no poner ventiladores que buscan llevar al espectador o lector al cretácico, una vez inservibles las constantes alusiones que realizan y que pretenden, para justificar al ejecutivo, apoyarse en hechos de la dictadura, de los Reyes Católicos o de Recaredo I.

El mejor dividendo que estoy alcanzando con mi reto es el de la adquisición de nuevos conocimientos. Ahora ya sé que en los tiempos actuales, y no como antes, no solo tenemos gobierno y oposición sino que, además, contamos con un tercer elemento: la oposición de la oposición. Lástima, ¡o suerte!, que este nuevo elemento coincida siempre con el primero, con lo cual la que siempre se ve en la tesitura de tener que dar explicaciones, por ser supuestamente responsable de todo lo malo que ahora ocurre, no es el gobierno sino la oposición. Cum sit credere.

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