Miguel Romero

Miguel Romero


Hablemos del Cristo del Amparo

07/06/2023

Del 18 al 21 pasado se ha celebrado las fiestas patronales del Cristo del Amparo en el barrio de Tiradores Bajos. Es un rincón conquense muy singular, con mucha historia y recuerdos, entrañables, curiosos y llenos de sentimiento. Entre sus calles empinadas, llenas de recovecos y renovadas fachadas, sus gentes se atavían con las mejores ropas para asistir a sus actos litúrgicos, protocolarios y festivos.
Hemos hablado y mucho, del siglo XVI en Cuenca, como ese momento de eclosión arquitectónica con la elevación de conventos, tanto de frailes como de monjas, y el hecho de que la ciudad experimentara también un ascenso demográfico, gracias a la industria textil que la lana ofrecía. Artesanos con sus gremios y sobre todo, comerciantes llegados de lejos, ampliaron la movilidad de transeúntes llegados de otros lugares que buscaban en la ciudad, lugar de acopio y residencia.
Muchas familias de origen humilde fueron asentándose en estos barrios extramuros y las laderas del monte de la ermita del Socorro fue ocupándose de pequeñas casas y corralones para sus animales. Era necesario, por tanto, elevar una parroquia que acogiera a estos vecinos y surgió el hospital para necesitados a cargo del cabildo de Santa Catalina del Monte Sinaí.
Estos días se ha celebrado su festividad y sigue siendo un reencuentro de antiguos vecinos, algunos hijos aquí nacidos que ahora viven en otros barrios, recordados alumnos que asistían al Centro de Personas Adultas y que durante años fueron adquiriendo sus conocimientos en esforzado aprendizaje, y otros admiradores de este señero barrio de Cuenca, de origen humilde pero de gentes generosas y abiertas en bonhomía y convivencia.
La verbena, en el paseo del Huécar, se estira desde la Puerta de Valencia, donde las monjitas concepcionistas cantan hasta el Teatro Auditorio, edificado donde antaño estuviera el Molino de San Martín y el antiguo Coso del Huécar. Un peregrinar de amigos disfruta de esas guirnaldas y banderines que cuelgan bajo la iglesia del Cristo y refrescan su garganta entre el bar de Toni –siempre amable y dicharachero- el Bicio, lugar de animada tertulia cuando la juventud arrincona sus deseo de humedecer la seca garganta o casi a tiro de piedra, Darling, Tata o el Palacio,
Un barrio de Tiradores Bajos que de tan singular, es bello, acogedor e histórico.