La vida, en muchas ocasiones, es así de puñetera. A veces, no somos conscientes de cuántas espinas hay en el tallo de la rosa hasta que nos topamos con una y nos hacemos daño. Miramos el llamativo color de la flor y olemos su embriagadora frangancia sin reparar en que podemos pincharnos si nos topamos con una de esas espinas. Es lo que hay... y no tiene solución. La rosa, por hermosa y olorosa que sea, siempre guarda algún apículo que nos trastoca la existencia. Es nuestro sino, la razón de nuestro ser. Lo mejor, por duro que sea, es hacerse a la idea lo antes posible. Dar lo mejor de ti para solventar el problema y seguir hacia adelante porque todavía queda mucho tallo por recorrer. A la vuelta de la esquina, entre buenos momentos, volveremos a toparnos con otra de éstas, pero eso ahora no importa. Ahora hay que centrarse en esta espina. La que se nos ha puesto cuesta arriba y desafía en su cúspide con un aguijón peligrosamente afilado, pero que pasaremos como hemos pasado otras muchas vicisitudes.
Amigo mío, la espina te lo va a poner complicado. De hecho, te lo está poniendo ya. Y contigo, a todos los que te queremos. Sin embargo, hay algo dentro de nosotros –yo creo que es una confianza ciega en tu indomable y honrado espíritu–, que nos lleva a pensar que arrancarás desde la cepa esa puñetera espina que nos tiene con el corazón en un puño. Sí, esa es la sensación. Es complicado y duro de asumir, pero tú puedes con ello.
Pocos como tú han demostrado amar y respetar a esta ciudad de la manera en que lo haces. Pocos como tú han entregado tantísimo tiempo y salud por intentar colocarla en el lugar que se merece. Pocos como tú han apostado tanto por una ilusión que, al final, es la ilusión de todos. Pocos como tú tienen tan claro lo que quieren y entienden cuál es el bien común. Por eso no hay que temer ni a ésta, ni a ninguna otra espina que se cruce en nuestros caminos. De hecho, de doblegar desafiantes espinas sabes un rato... A lo largo de tu vida has vencido unas cuantas. Eso sí, ésta, seguramente, es la más compleja de todas las que han intentado vencerte, pero no lo conseguirá. No lo conseguirá en absoluto. Peleando junto a ti hay un ejército de 'furiosos' conquenses que te necesitan. Yo siempre digo que a la gente buena le pasan cosas buenas. Y tú lo eres. No me falles. Esto es solo un alto en el camino. Es la peor espina de un tallo que al final guarda la más bonita de las rosas. Tienes que verla, querido amigo. La vas a ver. Y celebrarás todas las metas conseguidas. Vamos a por ello, Isidoro.