El pasado fin de semana ha sido el primero en el que, por fin, hubo ligas oficiales tras un mes de agosto de pretemporada. Como es habitual, fueron ligas futbolísticas porque son las más tempranas y en Cuenca hubo dos equipos de la Unión Balompédica Conquense en dos competiciones importantes, la primera plantilla en Segunda RFEF y uno de sus juveniles en la División de Honor, máxima categoría del fútbol juvenil español.
El resultado fue un cara y cruz para la familia balompédica. Los mayores debutaron con derrota, 2-1, en el Cerro del Espino ante el Rayo Majadahonda, uno de los considerados aspirantes al regreso a la Primera RFEF, categoría de la que descendió la temporada pasada. En el fútbol el rey es el gol y de él dependen los resultados, por eso gana el que más goles mete y por eso no se puede hablar de victoria justa o injusta, pero sí que puedo decir que fue inmerecida y cruel. Inmerecida porque el Conquense, con 1-1 en el minuto 65, tuvo un penalti para poner el 1-2, lo lanzó Jairo que siempre acierta, pero el portero lo desvió. También tuvo otra gran ocasión Héctor Rubio, pero su disparo dentro del área se fue alto. Cuatro minutos después, el lanzamiento desde la frontal por parte de Rubí supuso el 2-1 en el minuto 90. De ahí la crueldad del resultado.
La cara para la familia balompédica la puso el juvenil que en su primer partido ya conoce la victoria al derrotar, 1-0, al UCAM Murcia. En las últimas temporadas que ha jugado el Conquense en la División de Honor sólo ha aguantado la temporada del ascenso. Los cambios de edad en los jugadores y la calidad de los rivales son un techo que los blanquinegros no han podido superar. Esperemos que esta temporada sea diferente. Por cierto, es decepcionante que estos partidos se jueguen en el campo de Los Tiradores donde sólo caben 90 personas a cubierto y la iluminación es más que pobre. El sábado había un gran ambiente, pero el día que llueva, ¿dónde se van a meter los espectadores?
Dicho todo esto, volvemos al Rayo Majadahonda-Conquense del pasado sábado. CMMPlay no pudo darlo, pero sí tuvo de testigo con micrófono en mano a Manuel Noeda, la voz de la Balompédica. Nos transmitió con naturalidad, se llama profesionalidad, todo lo que ocurría sobre el césped. Nos hizo estar allí y eso no es fácil transmitir a través de la radio. Cuando contó que estaba situado al aire libre y sin pupitre, entendimos su situación en la segunda parte, ante el turbión de agua que cayó, y que se calara hasta los huesos, pero su transmisión era perfecta, aún con los papeles mojados. Me recordaba mi época radiofónica con el Conquense por esos campos de España y de Castilla-La Mancha, pero de eso hace más de 35 años. Fue uno de los protagonistas del partido. Gracias, Manuel.