No sé si son lectores habituales de cómics. En mi caso, nací para la lectura con aquellos inolvidables personajes de Uderzo y Goscinny que ponían en un brete, ahora y siempre, al invasor romano. Desde entonces, he sido fiel a la cita con los diferentes volúmenes que conforman las excepcionales aventuras de Astérix y su inseparable Obélix. No sé si podría elegir uno solo como favorito pero sí que recuerdo prácticamente todos los múltiples personajes, los diferentes estereotipos que aparecen en las distintas situaciones que tiene que afrontar el pequeño galo de una inteligencia sin par. Uno de estos personajes era singular. Se avisaba de su presencia en las diferentes viñetas con un nauseabundo olor verde que inundaba toda la página y, a pesar de que este sentido aún no viene de serie con la lectura, tu imaginación te llevaba a fruncir la nariz en presencia de tan molesto personaje.
Algo así hemos sufrido en los últimos años, con una frecuencia mayor de la deseable, cada vez que trabajábamos, comprábamos o simplemente vivíamos en la cercanía de la calle Astrana Marín. La avería sufrida por el dichoso colector y las más que necesarias obras permitían que, al igual que en aquel volumen de Astérix, se propagase un fétido olor por cada rincón. Pero lo bueno de las obras es que terminan y ayer se nos anunciaba que a finales del mes próximo está previsto que ésta haya concluido por lo que vecinos y usuarios agradeceremos el músculo financiero demostrado por nuestro ayuntamiento que ha permitido afrontar dicha reparación con una aportación millonaria. Seguro que unas pocas semanas tan desagradable situación será solo un recuerdo. Una vez terminada me pregunto qué serán de aquellos terrenos en los que se asentaba la siempre recordada Escuela Universitaria Fray Luis de León. Con el próximo traslado de la Comisaría de Policía a su nuevo emplazamiento y la de esta obra, aparece en el centro urbano un solar enorme ¿Cúal será el destino del mismo? ¿Se construirá el Palacio de Congresos? ¿Se recuperará el pabellón Luis Yúfera? ¿Se vallará a la espera de que surja una nueva idea, un nuevo proyecto? ¿Qué ocurrirá con el patio de recreo del colegio anejo?
Parece que desde un principio anida en nuestros munícipes la idea de la construcción de un nuevo recurso hotelero que, en forma de palacio de congresos, convierta la ciudad en la nueva Meca del turismo congresual suponiendo una forma magnífica de potenciar la maltrecha economía ciudadana. Eso está bien, aunque dependa de la voluntad de quien organiza. Lo malo de estas cosas es que no son inmediatas y mucho me temo que aparecerá de nuevo en nuestras vidas la tradicional valla conquense. Esa que sirve para delimitar una estación o un mercado, convirtiéndose en un elemento urbano de desconocida fecha de caducidad. El caso es que por H o por H nos cuesta mantener la continuidad en cualquier actuación, en cualquier proyecto que afecta a la ciudad. O quizá sea que sigo buscando ese Astérix que todo lo resolvía.