Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


La traca final

19/09/2024

Escribo estas líneas semanales mientras que abro y cierro una infinidad de páginas meteorológicas buscando encontrar una que asegure que la deseada y, últimamente, temida lluvia, va a permitir que San Mateo se festeje con toda normalidad. Cuando caigan en tus manos, tendremos la respuesta a este desvelo. Parece que este año la lluvia se ha empecinado en ponernos el corazón en un puño. Pasamos Semana Santa con un ojo en el cielo y otro en el móvil esperando noticias sobre suspensiones y recorridos alternativos y ahora celebramos las fiestas mateas de la misma manera. Ojalá todo quede en eso, en una previsión. 

El caso es que, parafraseando a Sabina, el verano dura lo que tarda en llegar el otoño. Y aunque el otoño reviste la capital de ese bellísimo traje dorado, durante semanas aún anida en nuestro recuerdo la alegría del verano, la oportunidad de vivir recogidos en la calle disfrutando de amigos y familiares, y de la programación cultural que se ha desarrollado en diversos puntos localizados en los diversos barrios capitalinos. Podemos afirmar que ese mantra, repetido durante años, que identificaba Cuenca con Cultura toma cuerpo, más que nunca, en las fechas veraniegas. Música de todo tipo, cine, leyendas... toman los espacios urbanos que, de no ser por esta iniciativa, pasarían el verano completamente mudos. 

Más allá de que nos guste más o menos la programación, lo que se transmite es que la ciudad, que dice abrazar la Cultura como bandera, está viva permitiéndonos disfrutar de cada día hasta que el estruendo de tómbolas, coches de choque o zigzags se hace dueño y señor de la ciudad. Podría parecer que el espectáculo de drones, sustituto de los añorados y emblemáticos fuegos artificiales, pone el punto final al periodo vacacional. Nada más lejos de la realidad. El verano de encuentros y conciertos, de helados y raciones, da sus últimos coletazos durante el mes septembrino ofreciéndonos una programación basada en dos ejes fundamentales. 

Por un lado, la celebración de la reconquista de la ciudad por Alfonso VIII que trasciende ya la tradicional suelta de vaquillas ofreciéndonos un viaje a la Cuenca que se encontrara el rey castellano con mercados, cierre de puertas o representaciones históricas, extendiendo sus brazos durante las semanas que viajan entre el Patrón y el Evangelista. Y, por otro lado, la rutilante programación con motivo de la Noche del Patrimonio que permite, con la excusa de la nocturnidad, redescubrir museos, disfrutar de la música de cantautor, contemplar espectáculos de fuego o, simplemente, tener una nueva excusa por dejarse enamorar por una ciudad que, no por conocida, deja de ser hermosa. La traca final la traen esos cuatro días que se han convertido en esencia, santo y seña del final del verano, llenando el vaticano de todo tipo de gentes que desean cerrar el verano con alegría, disfrutando del encuentro, viviendo como si fuera hoy el último día y es que, como dijo Dorothy en El Mago de Oz, «no hay nada como el hogar».