Beatriz Domínguez

+Salud

Beatriz Domínguez


Ayunar es sanar

10/03/2025

Hace seis días iniciamos la Cuaresma, periodo que recuerda los 40 días que Jesús pasó en el desierto orando y ayunando. En este periodo de reflexión y sacrificio para los cristianos, una de las prácticas es el ayuno, pero ¿realmente supone solo un sacrificio para nuestro cuerpo o puede aportarnos beneficios para la salud? 

La respuesta es que ayunar es fundamental para nuestra salud, respeta y honra nuestra biología, nos llena de vitalidad, aclara nuestra mente, fortalece el sistema inmunológico, renueva las células, le da un respiro a toda nuestra maquinaria, y nos ayuda en nuestra economía. Lo que la fe ha promovido durante siglos, la ciencia lo respalda ahora con evidencias.

Se podría comparar el ayuno cuaresmal con lo que hoy ha emergido sólidamente bajo el nombre de 'ayuno intermitente'. Ambos consisten en reducir la ingesta de alimentos durante ciertas horas o días. Lo que es una estrategia eficaz y segura de longevidad y esperanza de vida.

Uno de los mecanismos detrás de estos beneficios es la autofagia, un proceso celular que se activa cuando el cuerpo está en ayuno prolongado. La autofagia es como el «servicio de limpieza» de nuestras células, recicla y elimina componentes dañados. Esto ayuda a prevenir enfermedades, rejuvenece nuestras células y mantiene el organismo más saludable. 

La restricción calórica mejora la sensibilidad a la insulina, reduce los niveles de colesterol y favorece la pérdida de peso, lo que disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Además, nos aporta una mayor claridad cognitiva y concentración durante el ayuno.

Asimismo, el ayuno también es una herramienta para la introspección y el autocontrol. La privación voluntaria de alimentos nos ayuda a ser más conscientes de nuestras necesidades, a practicar la moderación y a valorar lo que tenemos. 

Por todo esto, en lugar de ver el ayuno como una carga, deberíamos abrazarlo como un regalo para nuestro bienestar integral.