Quizá sea redundante recordar una vez más el problema que esta tierra tiene en cuanto a la población. Seguramente podremos afirmar que son más los conquenses que viven fuera de nuestra provincia que en ella. Y esto es norma común en todo el territorio autonómico. Desde hace años los gobiernos autonómicos, provinciales y locales se afanan en aprobar múltiples iniciativas que permitan pelear contra eso que, de una manera poética, hemos dado en llamar la España vaciada. Encontramos medidas para atraer familias a pueblos que caminan lentos, pero con firmeza, hasta un probable abandono. O bien nos presentan propuestas para lo que se denomina el Retorno del Talento que básicamente es convencer a quien tuvo que emigrar para desarrollar su proyecto vital que, ahora sí, las circunstancias son diferentes y que puede desarrollarlo aquí en su tierra.
Lo llamativo de estos programas es que parecen diseñados a un espectro científico más que al artístico, como si el arte, la música o la cultura en general llevasen implícitos el convertirse en emigrantes. Esta ciudad que ha visto cómo pasaban de largo los trenes de la Joven Orquesta Nacional de España o del Conservatorio Superior de Música mantiene una deuda con la cantidad de artistas que comenzaron su formación aquí, entre nosotros, y se ven obligados a desarrollar su carrera fuera de nuestra provincia con mucha suerte (con algo menos, fuera de nuestro país) siendo muy bien valorados allá donde recalan.
Durante el pasado mes de julio se ha venido desarrollando en Granada la quincuagésima edición del Festival de Música y Danza. Dentro de su programación se enmarcaban dos conciertos de la Academia Barroca del Festival de Granada en la que tres músicos conquenses ocupaban el primer atril de su instrumento: Ricardo, Clara y Javier. Son solamente tres de los muchos que desarrollan su capacidad artística fuera de nuestras fronteras. Podríamos nombrar más como Fidel, Alejandro, Marta, Rodrigo... Es significativo que casi el 15 por ciento de los miembros de aquella academia granadina fueran conquenses. Es el momento de articular las medidas necesarias para que este talento, este ingenio, tenga aquí las mismas oportunidades, que trabajar fuera sea solo una opción, no una necesidad y para eso hace falta dinero, voluntad y apoyo.
Voluntad para formar, de una manera definitiva, una orquesta que trabaje de una forma eficaz y eficiente, con un criterio profesional, que pueda convertirse en una salida laboral para los músicos conquenses. Y dinero, como en todo. Las instituciones públicas deben aportar el dinero necesario y la gerencia debe saber buscarlo entre el capital privado. Seguramente discreparemos en cuanto al apoyo, particularmente creo que es mínimo. Como muestra vale un botón. En la pasada edición de la Semana de Música Religiosa actuó la Orquesta y Coro de la Semana con una presencia casi inexistente de los músicos conquenses. Debe ser que nuestros músicos sí valen para tocar en Munich, Lepizig, Basilea, Londres... pero no en Cuenca. Es el momento de saldar la deuda musical que se tiene con esta ciudad y ofrecer una salida al talento musical conquense.