¿Sabías que de las 5.400 especies de mamíferos somos la única que tiene los dientes torcidos? Hace 150 años, el ser humano dejó de masticar, y con ello no sólo se inició un proceso de deformación de nuestras mandíbulas, sino que empezamos a respirar por la boca en vez de por la nariz. Aunque parezca una amenaza, cerrar la boca puede ser una de las mejores decisiones que tomemos para nuestra salud. ¿Por qué? Porque la forma en que respiramos tiene un impacto profundo en nuestro bienestar físico y mental.

¿Te has parado a pensar por dónde respiras? ¿nariz o boca? La importancia de respirar por la nariz no conoce límites de edad. Desde los primeros días de vida hasta la vejez, la respiración nasal es fundamental para un desarrollo saludable, una buena calidad de vida y un envejecimiento sin complicaciones. Desde temprana edad, es crucial fomentar la respiración nasal en los niños, promueve un desarrollo facial adecuado, previene problemas dentales como la maloclusión y mejora el rendimiento académico al aumentar el flujo de oxígeno al cerebro.

La respiración nasal en los adultos es esencial para mantener una buena salud pulmonar y cardiovascular, así como bucal. La nariz filtra, humidifica y calienta el aire inspirado, protegiendo y reduciendo el riesgo de infecciones respiratorias.

En la tercera edad, la respiración nasal puede ayudar a prevenir la pérdida de memoria y el deterioro cognitivo. Además, mejora la calidad del sueño y reduce el riesgo de desarrollar apneas del sueño. Por el contrario, la respiración oral puede causar sequedad bucal, mal aliento, caries dental y deformidades en el desarrollo de la mandíbula y los dientes. Pero sus repercusiones va mucho mas allá de la boca: está relacionada con hipertensión arterial, ansiedad y depresión.

Sé que respiramos de manera automática, pero detente un momento y presta atención a cómo lo estás haciendo: ¿estás respirando por la nariz o por la boca? Haz el esfuerzo consciente de respirar por la nariz, y verás los resultados.