Cuántas veces he oído lo de «fue cumplir los 50 y me empezó a venir todo». Problemas con las rodillas, ahora tengo 'azúcar', hipertensión, vista cansada, crisis de pareja... Pero ahora cada vez más personas sienten que la crisis llega antes, a los 40. Esto no es solo una percepción social, los datos respaldan esta realidad. Cada vez más estudios demuestran que los signos del envejecimiento y el deterioro de la salud están apareciendo antes, y un culpable silencioso se esconde detrás de este fenómeno, el inflammaging.

El término inflammaging proviene de la combinación de inflammation (inflamación) y aging (envejecimiento). Se trata de una inflamación crónica de bajo grado que se acumula con el paso del tiempo y que juega un papel clave en el desarrollo de enfermedades como la diabetes, el Alzheimer, la artritis y las afecciones cardiovasculares. A diferencia de la inflamación aguda, que es una respuesta normal y beneficiosa del organismo ante una infección o lesión, el inflammaging es un proceso sigiloso y persistente que va debilitando nuestro cuerpo desde dentro.

El culpable de todo esto es nuestro estilo de vida. Vivimos rodeados de ultraprocesados, dormimos peor que nunca y la actividad física es casi nula. Como resultado, la inflamación sistémica se dispara y acelera el deterioro de nuestras células. La buena noticia es que el inflammaging no es un destino inevitable. Adoptar hábitos saludables puede reducir significativamente sus efectos.

En cuanto a la alimentación, nuestra dieta mediterránea es la mejor. Evita tóxicos como el alcohol y el tabaco, y elimina de tu vida el azúcar. Muévete más. Mantén el cortisol (hormona del estrés) a raya. Cuida de tu sueño. Rodéate de gente que te aporte y dedícales tiempo de calidad.

Es crucial que tomemos conciencia de lo que son las bases de nuestra salud, porque no se trata de vivir más, sino de vivir mejor. No esperes a la crisis de los 50 para empezar a cuidarte. Desafía el envejecimiento acelerado y empieza tu cambio hoy.