Hace muchos años empezaron a saltar en los medios de comunicación noticias tales como que tal o cual organismo internacional detectaba que los jóvenes españoles descendían puestos, a velocidad de vértigo, en las escalas hechas por dichas entidades y en lo que se refería a comprensión lectora, lengua o cultura general. En aquellos momentos se me encendieron las alarmas, pero pensé que sería algo puntual. Sin embargo, desde entonces tales informes no han dejado de llegar y además con el agravante de que cada vez colocan a nuestros jóvenes en puestos más bajos, en relación con los de otros países, y cada vez en más ámbitos del saber. La última noticia señala que nuestros chicos están a la cola, en la UE y en la OCDE, en lo que se refiere a matemáticas y ciencias.
No hace demasiados años también empezaron a saltar las alarmas, entonces desde colectivos vinculados al ámbito de la salud, denunciando que nuestros jóvenes estaban perdiendo visión –¡las pantallas!–, audición –¡eso de escuchar música a tanto volumen!– y nivel medio de cociente intelectual. Mientras nadie cuestionaba lo de la vista y el oído, muchos negaron lo del nivel intelectual convencidos de que nuestros jóvenes son los más listos que jamás han poblado la piel de toro… e incluso la Tierra.
Lo que de verdad me preocupa ahora no es esa caída en cualquiera de los referentes enunciados, pues creo no habrá vuelta atrás en tanto no cambien, y mucho, perfiles de nuestra sociedad entre los que incluyo el de nuestros políticos y sí, también el de nosotros, el de los profesores. Y es que lo que de verdad me deja cada vez más asombrado –¡además de asustado!– es que todavía haya muchos maestros o profesores que no se percaten de que vamos a velocidad imparable hacia la ignorancia supina convencidos de que las causas de tal desaguisado están en que si los chicos tienen muchas actividades extraescolares, que si tienen muchos libros, que si hay mucha teoría, etc. Mientras tengamos aliados así, ¿para qué buscar enemigos? ¿No será que una buena parte de estos docentes ya se formaron bajo el paraguas de este sistema educativo y al no conocer otro con el que comparar buscan responsables donde como mucho no hay sino ignorantes subjetivos –¡los padres lo somos por defecto!– e indoctos corresponsables? Cuando uno no ve más allá de sus narices…!