Metidos de lleno en las competiciones deportivas, a veces se producen noticias relacionadas con el deporte como consecuencia de campeonatos puntuales o de gestas individuales como la que hoy queremos destacar. Existe un proyecto llamado Kilimanjaro. La importancia del momento. Cumbres contra el cáncer. El objetivo es contribuir a vencer tabúes sobre el cáncer, apoyar la investigación y aportar un grano de esperanza a otros enfermos. Ahí aparece nuestro protagonista, el conquense Miguel Ángel Rubio, gerente de la Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel, el cual se marcó el reto de ascender el Kilimanjaro, la montaña más alta de África, con el objetivo de conseguir 20.000 euros, a través de donaciones, para la investigación contra el cáncer. De momento, a falta de 35 días para que se acabe el proyecto, Miguel Ángel ha recaudado 13.515 euros, gracias a 133 donaciones. Se puede donar a partir de cinco euros, teniendo en cuenta que buena parte de lo aportado tiene desgravación. Las personas interesadas en donar pueden hacerlo a través de este enlace.
Miguel Ángel Rubio no ha podido hacer cumbre solo, por ello ha contado con la inestimable ayuda de su equipo de expedición, formado por Silvia Navarro, Dani Orte, Javier Agraz, Jorge Sánchez y José Manuel Asencio. Pero ¿por qué hacemos protagonista a Miguel Ángel Rubio en esta ascensión al Kilimanjaro? Sencillamente, porque a Miguel Ángel Rubio se le detectó un sarcoma, un tipo de cáncer raro que afecta a las capacidades motoras. En enero de 2021 fue operado, tras un duro tratamiento de radioterapia, quedando muy afectado físicamente y con secuelas que probablemente no le desaparecerán. Tras una larga rehabilitación y gracias al entrenamiento físico, una buena alimentación, una actitud mental positiva y el contacto con la naturaleza, hoy se encuentra muy bien, aunque todavía tiene secuelas que condicionan su capacidad para andar. De ahí, el tremendo mérito que tiene el que haya hecho cumbre en el Kilimanjaro y el haberlo hecho antes en otras cumbres de nuestro país. «Me dijeron que tendría dificultades para subir una escalera…pero yo quería subir montañas». Sus palabras lo dicen todo.
Todo ello, como ha manifestado Miguel Ángel, con el objetivo de contribuir a vencer tabúes sobre esta enfermedad, dar visibilidad al cáncer ante la sociedad y, sobre todo, demostrar a otros enfermos de cáncer, que muchas veces se le puede vencer y que, después del cáncer, puede haber vida. La ascensión al Kilimanjaro, siempre complicada a una cumbre de 5.895 metros, se inició el 22 de enero, camino de varios campamentos base. El 27 de enero se atacó la cumbre, estuvieron diez minutos en ella y después tuvieron un largo y peligroso descenso. Atrás quedaban días duros de aclimatación evitando el mal de altura, recorridos con riesgo de caídas graves en los que se van con cadenas de seguridad y la amenaza de la fatiga muscular. Todo eso, no sin sufrimientos, lo superó Miguel Ángel Rubio.